La artista Victoria Cano inaugura su exposición «Ecos y huellas» en el Centre del Carme
"Todos dejamos nuestra huella, aunque a veces no queramos"
BEGOÑA JORQUES | VALENCIA Encontró una pequeña linterna con forma de bombilla en una tienda de regalos y la convirtió en el original colgante, que lleva cuando atiende a este periódico. «Es la luz, la energía», explica en el Centre del Carme, durante el montaje de su exposición Ecos y huellas. Desde el Trastévere al Carmen, que se inauguró ayer.
La obra que Victoria Cano (Alcalá la Real, Jaén, 1957) expone en las Sala Ferreres del museo es pura «energía». Con más de 200 obras, la muestra quiere poner la naturaleza en el foco de la mirada del espectador. «La naturaleza somos todos», dice la también doctora en Bellas Artes. Y así se respira en cada uno de los trabajos expuestos, fruto de su incesante labor durante los últimos 15 años, aunque prefiere huir del término «retrospectiva».
Libros voladores
Los cuadros de Cano se conciben como espíritus que se conectan con la obra de grandes dimensiones que corona la sala, Ecos y transiciones, de seis metros de altura. Sus colores —azules, rojos, verdes— son los tonos de la vida. Sangre, pulmones, aire para volar. Sobre ella, y a lo largo de la galería, unos 80 libros penden como pájaros en bandada.
Los ecos son las voces, las improntas que cada persona, que «ha querido o se ha dejado» y ha marcado de alguna manera a la artista. «Todos dejamos nuestra huella, aunque a veces no queramos», puntualiza. Estas huellas no son solo simbólicas, sino reales y pictóricas. Las obras que Cano muestra contienen marcas digitales, rastros personales que llegan a formar rostros y perfiles. De anónimos y personajes relevantes. Un juego para el visitante y lector: Una de las obras esconde el rostro del escritor Ramón María del Valle-Inclán. ¿Dónde?
En el trabajo de Cano, que se expone en el Centre del Carme hasta el próximo 1 de mayo, «las personas se mimetizan con las obras». Personas que, de algún modo, son las protagonistas de temáticas como el terrorismo, la violencia de género, la inmigración y de aquellas que forman el mapa de Valencia, ciudad que centra parte de la muestra. De ella destaca su espíritu «artístico».
Profesora universitaria, incide en esta línea en la «gran calidad» de los artistas valencianos. La ciudad la lleva en el corazón. Y en los lienzos. Así, el visitante de la exposición podrá contemplar la obra Las puertas de Ciutat Vella, de cuya composición se revela un bombeante órgano.
Su inspiración, explica, viene dada por «todo el universo» y de manera vinculante al hombre en cuanto a su imbricación en la naturaleza. Es, en definitiva, dice «un resumen de la transformación de la naturaleza».
Naturaleza en 3D
La naturaleza de sus obras es, además, variada. Habrá troncos de árboles, libros voladores, pequeños cuadros y grandes composiciones de pintura acrílica y óleo sobre tela de lino, elementos creados con bolígrafos e impresoras de tres dimensiones, realidad aumentada... Todo, sin embargo, confluye en la energía, que ni se crea ni se destruye. Todo se transforma en el universo de Victoria Cano.
La obra que Victoria Cano (Alcalá la Real, Jaén, 1957) expone en las Sala Ferreres del museo es pura «energía». Con más de 200 obras, la muestra quiere poner la naturaleza en el foco de la mirada del espectador. «La naturaleza somos todos», dice la también doctora en Bellas Artes. Y así se respira en cada uno de los trabajos expuestos, fruto de su incesante labor durante los últimos 15 años, aunque prefiere huir del término «retrospectiva».
Libros voladores
Los cuadros de Cano se conciben como espíritus que se conectan con la obra de grandes dimensiones que corona la sala, Ecos y transiciones, de seis metros de altura. Sus colores —azules, rojos, verdes— son los tonos de la vida. Sangre, pulmones, aire para volar. Sobre ella, y a lo largo de la galería, unos 80 libros penden como pájaros en bandada.
Los ecos son las voces, las improntas que cada persona, que «ha querido o se ha dejado» y ha marcado de alguna manera a la artista. «Todos dejamos nuestra huella, aunque a veces no queramos», puntualiza. Estas huellas no son solo simbólicas, sino reales y pictóricas. Las obras que Cano muestra contienen marcas digitales, rastros personales que llegan a formar rostros y perfiles. De anónimos y personajes relevantes. Un juego para el visitante y lector: Una de las obras esconde el rostro del escritor Ramón María del Valle-Inclán. ¿Dónde?
En el trabajo de Cano, que se expone en el Centre del Carme hasta el próximo 1 de mayo, «las personas se mimetizan con las obras». Personas que, de algún modo, son las protagonistas de temáticas como el terrorismo, la violencia de género, la inmigración y de aquellas que forman el mapa de Valencia, ciudad que centra parte de la muestra. De ella destaca su espíritu «artístico».
Profesora universitaria, incide en esta línea en la «gran calidad» de los artistas valencianos. La ciudad la lleva en el corazón. Y en los lienzos. Así, el visitante de la exposición podrá contemplar la obra Las puertas de Ciutat Vella, de cuya composición se revela un bombeante órgano.
Su inspiración, explica, viene dada por «todo el universo» y de manera vinculante al hombre en cuanto a su imbricación en la naturaleza. Es, en definitiva, dice «un resumen de la transformación de la naturaleza».
Naturaleza en 3D
La naturaleza de sus obras es, además, variada. Habrá troncos de árboles, libros voladores, pequeños cuadros y grandes composiciones de pintura acrílica y óleo sobre tela de lino, elementos creados con bolígrafos e impresoras de tres dimensiones, realidad aumentada... Todo, sin embargo, confluye en la energía, que ni se crea ni se destruye. Todo se transforma en el universo de Victoria Cano.
http://www.levante-emv.com/cultura/2016/02/12/dejamos-huella-veces-queramos/1378146.html
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