Hace rato que el streaming y Netflix trasladaron el poder a los espectadores. (Foto: AFP)
José Tsang
Periodista
Habrá un tiempo en el que el presidente Pedro Pablo Kuczynski podrá gozar de la realidad virtual y espantarse con la arremetida de un tiranosaurio sin tener que colocarse un visor gigante o uno similar al que se puso en el foro APEC mientras un sonriente Mark Zuckerberg lo contemplaba. Hacia ahí apuntan tanto la televisión como el cine.
En setiembre de este año, la cadena británica BBC presentó un prototipo de televisión holográfica (si no saben qué es un holograma, remítanse a "Star Wars: una nueva esperanza" y al mensaje de auxilio de la princesa Leia proyectado por R2-D2). Y en el cine, James Cameron se empecina en que la secuela de "Avatar" –que se estrenaría en el 2018– sea la primera película que no exigirá al público ponerse las gafas para ser exhibida genuinamente en 3D en la pantalla grande. Si consigue sus propósitos, será cuestión de tiempo para que sus hallazgos sean aplicados en otros soportes. El cineasta es un convencido de que estos saltos propician una revolución mental o cognitiva. Según él, nos volvemos más inteligentes.
Pero no todo es fascinación con el porvenir de las pantallas. Basta ver la excelente serie "Black Mirror", de Netflix, y sus inquietantes distopías tecnológicas. O atender las teorías de estudiosos como el italiano Giovanni Sartori, con 92 años y una inveterada mirada crítica hacia el monopolio de las imágenes. Siempre es conveniente estar alerta y evitar las posturas sumisas ante cualquier avalancha, que en este caso es audiovisual.
Hace unos meses, el diario argentino "La Nación" entrevistó a Sartori en Roma. Ahí el autor del citadísimo libro "Homo videns: la sociedad teledirigida" volvió a mostrarse apocalíptico. De acuerdo con Sartori, el 'homo videns' es una especie que solo comprende lo que ve sus ojos y es una nulidad para elaborar algún tipo de pensamiento abstracto o analítico. Un 'homo videns' puede ser aquella persona que hace compulsivamente zapping en la televisión por pura procrastinación o que está narcotizada con los partidos de fútbol, los videos porno de Cholotube, las transmisiones en vivo en las redes sociales o las noticias falsas. Una tendencia de ceñirlo todo a las imágenes potenciada a la "n" por los celulares, el Wi Fi y el streaming.
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