Después de muchos meses hablando de las Google Glass y sus posibles aplicaciones a todos los niveles, llegó el momento de poder vivir en primera persona la sensación de tener una “pantalla prácticamente integrada en tu ojo”.
Nada más cogerlas vi que su peso era muy ligero y al ponérmelas no me resultaron incómodas a pesar de no usar gafas habitualmente.Para encenderlas tan sólo tienes que mirar hacia arriba y se presenta una pantalla de bienvenida.
El manejo de las gafas se realizada directamente con la voz y a través de un control táctil que tiene en la zona de la derecha, justamente en la patilla.
Las gafas aprenden y reconocen la voz del dueño, por lo que en muchos casos al cogerlas otra persona no funcionan correctamente.
Lo primero que debes hacer nada más ponértelas es decir “ok glass” y a continuación puedes decir (en inglés) la acción que quieres realizar, ya sea hacer un foto, grabar un video, llamar a alguien, enviar un mensaje… en mi caso le dije “take a picture” y tomó la foto de lo que estaba viendo en ese momento, dándote la opción directa de compartirla en Google+ con tan sólo tocar el control táctil.
Otra opción que me llamó la atención es la geolocalización, con tan sólo girar la cabeza te indica tu posición, viendo la calle en la que te encuentras y las calles de alrededor y partir de ahí puedes activar el GPS para que te dirija al destino marcado.
Ha sido una experiencia breve pero intensa que me ha generado todavía una mayor curiosidad por probarlas con más detalle, por lo que espero que en breve puedan estar disponibles en España para que todos podamos “trastear” más con ellas.
En resumen, si me preguntaran ¿usarías las Google Glasses en tu día a día? Mi respuesta sería un sí rotundo, al menos esa es la percepción que tengo tras esta primera prueba.
¿Crees que las Google Glasses puede ser un producto de uso generalizado en un futuro cercano?
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