martes, 25 de junio de 2013

Google Glass (las gafas de Google), nada de Realidad Aumentada aún #AugmentedReality

Comparto una nota publicada por Bettina Lippenholtz en el ConectarLab, donde explica que toda la fantasía de la Realidad Aumentada de Google directo en tu ojo es aún lejana, titulada Antes y Después de usar los Google Glass. Es lógico que esto va a evolucionar en mediano o largo plazo, sea por Google o por algún competidor que lo supere. Me pareció interesante como siempre la experiencia real, en este caso de la mano de alguien que sabe de lo que habla.









Esta es la segunda parte de una nota que hice la semana pasada cuando aún no había probado los google gass. Es por eso que puse una nota de prevención en la primera. Retiro todo lo dicho. Y ahora paso a explicarles por qué. ¿Qué son y para qué sirven al menos hasta el momento, los anteojos de Google? Mitos y más mitos.

Empecemos por el principio. En mi post anterior, antes de introducirme de lleno en los anteojos, explicaba un poco el contexto de la salida de este dispositivo que tiene que ver con la realidad aumentada. Es lo que habitualmente hago en cada exposición porque sino, en general, con temas tan complejos o simplemente aún desconocidos, no se entiende muy bien de qué se está hablando.

Sin embargo, esta vez, confundí el contexto. Mea culpa. La realidad aumentada poco tiene que ver con los anteojitos de google. Esa es la verdad. Aunque fue, definitivamente, el modo en que engancharon y me engancharon al 99% de la población.



Por suerte, he tenido la oportunidad de probarme el único ejemplar de los anteojos que existe en la Argentina y de escuchar al único dueño de ellos, Maximiliano Firtman.

Maximiliano es uno de los “exploradores” de Google, concepto que explicaré en otra ocasión, pero que, para nuestro objetivo, significa que puede poseer un prototipo (como es el caso) y que no le debe nada a nadie, o sea que puede ser objetivo, decir lo que quiere y que no significa que “trabaje” para Google.

Al llegar al trabajo, hoy, luego de subir mi foto en Facebook y Twitter, la pregunta repetida fue: “y, ¿sirven?”. Yo misma se la hice, antes de conocer los anteojitos, aPablo Fernández que los había probado. Y ahí, para mí, está la clave.

En general, la gente responde: “y bueno, es aún un prototipo. Lo que uno ve es una proyección muy pequeña… es info que te llega mediante un conducto… la definición del lente….” Bla, bla bla, bla. Todo eso es muy lindo y de hecho es cierto, si fuiste a ver un prototipo de algo nuevo. Pero la realidad era también otra y Maximiliano fue muy claro en ello.

Todavía no hace ni la mitad de esta infografía:

Todos queríamos saber si era mejor o peor que un smartphone. Si recibía más, si hacía más, etc. y la respuesta de Firtman fue contundente. Dijo algo así como: no es un celular mejorado. Por lo que la pregunta resulta incorrecta. Por ejemplo: no guarda los mensajes de la misma manera. Ni siquiera recibe todos mis mensajes. Porque NO es un celular. Es otra cosa.

Les hago una comparación que les resultará más gráfica: tengo naranjas y limones. Y probé ambos. Entonces, la gente se me acerca y me pregunta: ¿cómo es?, ¿qué se siente?, si es más ácida, si puedo hacer lemon pie… Algunos responderán: bueno, todavía hay que profundizar en esto de lo transgénico, se puede hacer una torta y posiblemente en el futuro… Bla, bla, bla. ¡¡¡¡¡Son naranjas!!!!! No limones. Es otra cosa.



De realidad aumentada, y lo subrayó Maximiliano, tiene poco y nada. ¿Va a tener más? No lo sabemos. Hoy, lo que hace, tiene que ver con otras acciones. Interesantísimas también. De ello no me cabe duda.

Es un dispositivo que, de hecho, tiene algo particularmente interesante, los anteojitos no tienen auriculares comunes, en realidad trabaja con un sistema que se apoya en la parte ósea de la persona, transmitiendo a partir de allí. Yo lo entendí por un suceso personal que no viene al caso. El sistema tiene similitudes con los implantes cocleales que se les hace a los sordos. Es decir que hay un dispositivo, que en este caso sería la patilla del anteojo, que se apoya detrás de la oreja (sobre un hueso) y entonces es como si esta patilla “tradujera” el movimiento que mi hueso hace, por ejemplo, al hablar. Y es por esta razón, por ejemplo, que el anteojo no necesita micrófono. Sabe que soy yo, tiene que buscar mis emails por eso. No es que hace un reconocimeinto de voz; hace un reconocimiento del movimiento de mi hueso que le dice que soy yo el que estoy hablando y no otro.

Insisto: nada de semántica y de compresión del uso del usuario y cruce de info y reconocimiento de… Nada de eso. Al menos no aún y no en todos sus elementos. Este sistema tiene que ver más con lo sensorial. Aún hablamos de aspectos técnicos y no de contenido o rastreo de data. En la foto se puede ver y posiblemente entiendan más. La parte del audífono capta y transmite al hueso. La persona sorda deberá traducir esos golpecitos a palabras. Pero esto es otro cantar.

Interesante era escuchar a Mariano también en sus comentarios sobre el cotidiano. Eso que se decía que uno vería superpuesto capas de info y etc., no sucede. Lo que se ve (y pueden confirmar en algunas fotos) es como una proyección pequeñísima SOBRE nuestro ojo. Y lo pongo en mayúscula justamente para resaltar que nada se superpone (para mal) ya que queríamos sentirnos un poco raros, y que entonces no molesta a la vista (para bien). Uno hasta tiene que mirar un poquito para arriba cuando quiere “enfocar”, por ejemplo, y sacar una foto.



Y ahí, enseguida alguien dijo: ¿pero no resulta extraño eso? ¿no será ridículo ver gente por la calle mirando “un poco” para arriba?. Y Maximiliano (me volví fan de este muchacho) respondió: ¿te parece menos extraño ver gente por la calle mirando para abajo? (haciendo alusión a la gente que va leyendo sus celulares).

La realidad es que la experiencia fue fascinante porque el dispositivo es fascinante. Para la parte técnica, recomiendo leer otros artículos más específicos que el mío, pero resumiendo puedo decir que son unos anteojitos muy discretos que, en un futuro, podrían reducirse a patillas que se adjunten directamente a anteojos personales y hasta recetados, que hay opción de agregarles las famosas lentes para sol, etc.



Paréntesis: ¡”los quiero Ray Ban”!.Puedo sacar fotos dando una orden: “Google, take a picture” y posiblemente en un futuro, podamos hacerlo con sólo pestañear. Leo mis mails, me da la humedad, puedo ver un video (bastante incómodo en una pantallita que parece de 1 x 1), me organiza una línea de tiempo (muy interesante y largo, lo cuento en la próxima) que guarda info hacia atrás y hasta puede organizar info hacia adelante (por ejemplo data de un vuelo que voy a tomar mañana).

La parte del código o de las llamadas “cards” para transmitir la info, los servidores de google, la programación y todo eso, no es mi campo pero es muy interesante. El google glass es un android (y todo lo que ello implica), es de código open source y muchas cosas que harán bastante fácil desarrollos por afuera. Les recomiendo leer a alguien que haga una nota más importante que la mía contando las anécdotas más jugosas como el hackeo, la utilización de Html 5 y todo eso.

Yo sólo me anticipo y les digo que si quieren saber cuál será la profesión del futuro… es ésta: ser programador de “cards” para los anteojos de Google u otra marca. Después no digan que no les avisé. Vayan mirando sitios como My glass,Stop de cyborgs, etc. Además de aprender, se van a divertir.



Pero a las cosas por su nombre. De realidad aumentada, poco y nada. No se le puede pedir peras al olmo.

PD: y para que se lo sepan… vuelven los ¡QR!

0 comentarios :

Publicar un comentario