lunes, 10 de marzo de 2014

Reyes Martí vence a las Google Glass

M. BONILLO | VALENCIA Antes de comenzar la «mascletà», Reyes Martí sonreía y bailaba al son de «Ramonet si vas a l'hort». Todo hacía presagiar un éxito seguro, como se pudo constatar pocos minutos después. Desde 2004, es la encargada de disparar en el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, y no podía reivindicar esta jornada de mejor manera en un mundo, el de la pirotecnia como tantos otros, dominado por nombres masculinos. «Cuando tengo que ser contundente, lo soy».

Y así fue. Como novedad, la pirotécnica usó las gafas de Google para grabar el espectáculo, pero al parecer la tecnología de Silicon Valley no está hecha para la traca, y el artilugio no pudo registrar las imágenes del disparo desde dentro de la jaula de hierro debido a las fuertes vibraciones. Sí lo hizo, en cambio, de los momentos previos, el montaje de los 190 kilos de material pirotécnico. Cerca de un cuarto de hora, en los que los espectadores pueden ver, a través de los ojos de Reyes Martí, cómo se pone a punto un disparo de estas características.

Las miles de personas que ayer abarrotaban la plaza del ayuntamiento y las calles aledañas pudieron disfrutar así de uno de los espectáculos pirotécnicos más potentes de estas fiestas josefinas. Arrancó con una traca valenciana («yo siempre empiezo con traca», contaba Martí) y con tres fuegos aéreos con pinceladas de volcanes secuenciados. Cinco secciones al más puro estilo tradicional, con un terremoto volado y bombardeo final, compusieron el cuerpo terrestre, cuyo final fue aéreo, progresivo y extenso, estilo que se está convirtiendo en marca de la casa Martí. «¿Qué diferencia un disparo de hombre a uno de mujer», le preguntaban. «Quizá es un trabajo más delicado», sugería.

«Ya tenía ganas de que el 8 de marzo cayera en sábado», indicó Reyes Martí tras su baño de masas en el balcón del ayuntamiento. Y es que fin de semana y buen tiempo es sinónimo de lleno seguro.

En esa aglomeración no estuvieron ausentes las protestas, que volvieron al balcón del ayuntamiento. «No es lugar, solo debe haber espacio para la fiesta», decía la pirotécnica. Mientras, decenas de sus congéneres se manifestaban unos metros más abajo contra la reforma de la ley del aborto que prepara el ministro Gallardón. Con camisetas moradas y con las manos teñidas de rojo, simbolizando sangre, los manifestantes clamaron por la libertad de decisión de la mujer en el proceso de gestación e incluso escenificaron la impactante imagen de una mujer fallecida durante un aborto clandestino.

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