viernes, 26 de octubre de 2018

Diego Soroa: «Aspiro a generar puntos de contacto entre el mundo virtual y el físico»

Diego Soroa, ayer en el Kursaal, donde compartió su experiencia de educación disruptiva./USOZ
Diego Soroa, ayer en el Kursaal, donde compartió su experiencia de educación disruptiva. / USOZ

Investiga el salto de la tecnología al espacio público para contrarrestar cualquier fuga en la comunicación

ELENA VIÑASSAN SEBASTIÁN.
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Estudió arquitectura, pero su visión del mundo cambió tras pasar por la denominada Singularity University, de la que ha creado un 'chapter' en Bilbao. Trabaja como creativo de I+D y diseñador industrial y de conceptos. También dirige el laboratorio Cuantics Creatives y es asesor de empresas e instituciones. Ayer compartió su experiencia en el Kursaal, dentro de la Donostia WeekINN.
-¿En qué consiste Singularity University?
-Es una especie de 'think tank', más que una universidad, porque en ella los profesores no son fijos. Para que un centro sea reconocido como universidad tiene que tener un cuerpo docente estable. En este caso, los docentes cambian porque tienen el compromiso de ofrecer a los emprendedores y pensadores de todo el mundo la información más actualizada sobre nuevas tecnologías y otros temas. Tampoco ofrece certificaciones de ningún tipo y aún así, ya han pasado por ésta más de 40.000 personas de todo el planeta.
-Entonces, no se parece al modelo tradicional de universidad.
-Básicamente, de lo que se trata es de que confluyan emprendedores, pensadores, líderes sectoriales e industriales... En definitiva, los pioneros que están cambiando las reglas del juego en muchos ámbitos y expertos en grandes problemas de la humanidad. Para ello se han identificado doce grandes categorías de problemas que van de la educación a las finanzas, la salud... Se les pone a todos ellos en contacto para intentar que durante tres meses desarrollen proyectos que tengan un potencial de impacto positivo en la humanidad. La métrica o propósito de transformación masiva que propone Singularity University es impactar a mil millones de personas en diez años.
-No parece un reto sencillo. ¿Cómo se logra?
-Aprovechando las tecnologías que están cambiando de forma exponencial y aprovechando los cambios de paradigma que eso trae, para cambiar las propuestas de valor y las organizaciones que tenemos para enfrentarnos a ello.
-¿Y es en ese escenario en el que entra en juego la educación disruptiva?
-Exacto. Con las tecnologías virtuales de realidad aumentada en lugar de extraer el conocimiento de la naturaleza y codificarlo en libros de matemáticas o literatura, y esos libros meterlos en baldas de bibliotecas, lo que hacemos es poner el conocimiento allá donde es originado; en la planta, en el animal, en el contexto... Con ello, los tiempos de aprendizaje van a cambiar radicalmente.
-¿Cómo se accede a una universidad de este tipo? ¿Está al alcance de cualquier persona o únicamente de aquellos con la suficiente capacidad económica?
-Nosotros hemos creado en Euskadi el 'chapter' del proyecto internacional precisamente para intentar mandar a más gente allí. Lo que hacemos es animar a los chavales a que participen en un concurso que lanza Google con la Nasa y que patrocina la Fundación Rafael del Pino para que puedan ir como becarios y pasar por la misma experiencia que yo viví en 2013. Otra forma de acceder es apuntarse a los programas cortos para ejecutivos. Es cierto que son caros, pero los ejecutivos vienen con una comprensión diferente de lo que pueden hacer y de cómo debieran hacerlo.
-¿Cómo descubrió esta universidad?
-Oí hablar de ella en 2011 y me presenté a un concurso, Global Impact Competition, para poder acceder a la misma. Lo gané y pude vivir una experiencia maravillosa de tres meses en la Nasa
-¿Fue entonces cuando se reinventó como arquitecto 2.0?
-Siempre me preguntan qué hace un arquitecto metido en estas cosas. No hay más que pensar en las tecnologías que cambian la ciudad: el ascensor, que permite crecer en vertical; y el coche, que nos permite hacerlo en horizontal. Ahora tenemos muchas nuevas teconologías que afectan radicalmente a la experiencia del diseño de la ciudad. Los cambios van a ser masivos.

Actos para hoy

Jornada
'Transferencia de talento y relevo generacional en las organizaciones públicas'. Palacio Miramar, de 9.30 a 13.30.
Sesión
'¿Ciencia-ficción en nuestras empresas?'. PI@, de 10.00 a 12.30.
Jornada
'Comercio conectado y gestión big data'. Puntu Denda, 14.00 a 16.00.
Jornada
Innovación en el deporte. Pista de Illumbe, de 17.30 a 18.45.
Encuentro
'Innovando en las industrias culturales y creativas'. Dabadaba, 19.00 a 20.30.
Sesión.
'Techtalks. Tecnología y emociones, el futuro del trabajo'. Teatro Victoria Eugenia, de 19.00 a 20.30.
-Antes se diseñaban plazas para el encuentro ciudadano y ahora optamos por las plazas de las redes sociales. ¿Cómo mediatiza ese nuevo rumbo el trabajo de los arquitectos?
-El problema es que estamos en la infancia de las tecnologías y estas tecnologías las entendemos como una capa que se solapa a la capa urbana, pero no se integra. Yo aspiro a generar puntos de contacto sistemático entre el mundo virtual y el físico. Ya lo he hecho a nivel artístico con proyectos concretos de 'Hardware Social', con grandes empresas y con la educación.
-Hábleme de esos proyectos de 'Hardware Social'. ¿Ahí entran sus lienzos virtuales que conectan distintas ciudades?
-Se trataba de colocar uno en Bilbao y otro, por ejemplo, en San Petersburgo, para que la huella que yo marco aquí o lo que dibuje, aparezca allí en tiempo real. Lo que me entusiasma es el uso que podemos hacer de esa tecnología para ahondar en nuestra humanidad, para conseguir mejores espacios públicos, para escalar a nivel internacional. También estoy trabajando en otro proyecto, el del arcoíris.
-¿En qué consiste?
-Se trata de generar arcoíris naturales de forma artificial. Lo estamos haciendo en Rontegi, que es un puente como muy feo y pasado de tamaño. De esta forma, cuando se mire hacia él, no sólo se verá la parte industrial de Bilbao que no se ha regenerado, sino el futuro sostenible a través de un arcoíris que se activará cuando las condiciones sean buenas. Son propuestas 'low tech' con una alta carga emocional.

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