Un viaje en el tiempo con el objetivo de poner al día a su equipo comercial en las nuevas tecnologías es lo que planteó la empresa holandesa Rijk Zwaan para la convención de este año. La agencia Noved se encargó de la organización y eligió el Parador de Lorca como lugar de inicio de esta historia en la que tesoros medievales, el exilio de una familia judía y misteriosos personajes se entrelazaban con los gadgets tecnológicos más punteros. El reto: resolver un misterio del siglo XV con la tecnología del siglo XXI.
Aprovechando que el ahora Parador de Lorca, dentro del recinto amurallado del Castillo de Lorca, ha sido siempre un punto de encuentro de civilizaciones y contiendas -donde la historia cuenta que en tiempos de los Reyes Católicos las familias judías expulsadas tuvieron que huir dejando sus propiedades y riquezas- Noved se basó para desarrollar una historia de tres días de duración que involucró a la red de ventas en la búsqueda de uno de esos tesoros dentro del recinto amurallado.
Cardboards y códigos QR en las habitaciones del Parador
La historia arranca con la llegada de los participantes al Parador. Al dejar sus maletas en la habitación encuentran unas cardboards personalizadas con el logo de la empresa. Esta peculiar caja de cartón en forma de gafas se encuentra sobre la cama junto a una tarjeta con las instrucciones para acceder a la red wifi del hotel y descargarse la aplicación que hará funcionar las gafas de realidad virtual. En la habitación se encontraban repartidos tres códigos QR que les invitaban a vivir las primeras experiencias con sus gafas de realidad virtual.
Esa misma noche durante la cena de bienvenida, un misterioso personaje, un judío medieval, interrumpe la velada, apareciendo entre humo y corriendo entre las mesas pidiendo la colaboración de los asistentes para que le ayuden a encontrar el tesoro escondido por sus familiares siglos atrás. El judío es perseguido por un caballero del medievo con espada en mano que pregunta a los asistentes sobre su paradero e incluso se lleva detenidos a algunos de los asistentes. La noche termina con el rescate de los participantes y un divertido photocall de la época medieval.
Un taller tecnológico con drones, wearables y 3D
La segunda jornada discurre con sesiones de trabajo por la mañana, para por la tarde hacer acto de presencia un peculiar investigador de lo paranormal y lo tecnológico con el pretexto de investigar las apariciones y viajes en el tiempo que tuvieron lugar la noche anterior. Para esclarecer estos saltos temporales debe hacer unos test a todo el grupo para determinar cuáles de ellos son los más propensos a viajar en el tiempo. El test no es otra cosa que un escaneo 3D para poder fabricar uno de los obsequios de la reunión: bustos personalizados de cada uno de ellos producidos por impresoras 3D.
Además del ‘test´, el investigador da una masterclass a los asistentes sobre nuevos gadgets con talleres para conocer la técnica de impresión 3D, el vuelo de drones, sumergirse en la realidad virtual con Oculus Rift y cardboards y conocer nuevos weareables que tendrán que utilizar durante la siguiente jornada de búsqueda del tesoro escondido.
De esta manera, al día siguiente y divididos en tres equipos, los comerciales, mapa en mano del recinto, se esmeraron en superar las pruebas que les llevarían a conocer la ubicación del tesoro oculto. Claves que solo se podían descubrir a través de Oculus Rift, pruebas como socorrer a una dama en apuros ayudados por un dron, imprimir una pieza que les llevaría al siguiente punto del reciento usando una impresora 3D o incluso mantener una conversación con Dios a través de un smartwatch.
Estos retos tan tekkies les llevaron al punto donde estaba oculto el tesoro RijkZwaan, el cual les fuerevelado a través de un mensaje en realidad aumentada del misterioso protagonista judío.
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