Biz Stone (Boston, 1974) fue la cara amable de Twitter en sus comienzos, el que concedía entrevistas mientras se desarrollaba el producto. Cuando comenzaron las tensiones, hizo de intermediario entre los otros dos fundadores, Jack Dorsey, actual consejero delegado, y Evan Williams, emprendedor en serie. Stone llegó a Google de la mano de Williams, que vendió Blogger, su plataforma de blogs, al buscador. Le siguió cuando fundó Twitter y ahora forma parte de Medium, otro sitio web de publicación de contenido, similar a Blogger. Tiene dosstartups, Jelly y Super, y por influencia de su mujer, Livia Stone, activista a favor de los derechos de los animales, es un vegetariano convencido. Stone, cuya infancia estuvo llena de privaciones, acaba de lanzar un libro, Cosas que un pajarito me contó, en el que relata cómo fue capaz de sortear las dificultades y triunfar en Silicon Valley.
Pregunta: Hace siete años, nos encontramos en Sevilla. Entonces Twitter era solo una red social para entusiastas de Internet con una marcada curva de crecimiento. Recibía muchas críticas. Usted afirmaba que antes de decir que era una tontería, que se probase. ¿Cómo le suena la frase hoy?
Respuesta: Sigo pensando que mucha gente juzga sin saber. Twitter sirve para saber lo que pasa, para decir algo, para expresarse. Es información directa, es actualidad. En Twitter cada usuario genera su audiencia. Todavía hay muchos que se dan de alta solo para mirar, pero aún así, tiene un gran valor para ellos, acceden a información de primera mano.
P. En su libro se dirige a aquellos que tienen ideas pero quizá les falta la confianza como para dar el paso e intentar hacerlas realidad. ¿Qué consejo les daría?
R. Si yo lo hice, cualquiera puede. Yo cometí muchos errores. Por ejemplo, le diría que termine la universidad. También, que si quiere meter cabeza en algún sitio, se presente como voluntario, que muestre su interés. O sencillamente, que esté activo. Yo pasé semanas ayudando en una cocina y cortando árboles. Es altruista pero también egoísta, porque accedes a una red de contactos. Si yo tengo que contratar a alguien, tiene más posibilidades si ya sé cómo es, si he ido a algo voluntario con él. Yo prefiero que me pida trabajo alguien que está haciendo voluntariado que alguien que no hace nada.
Yo prefiero que me pida trabajo alguien que está haciendo voluntariado que alguien que no hace nada"
P. ¿Tanto le preocupa no haber terminado la universidad?
R. Creo que es importante. En mi caso, no tuve un año para pensar bien qué quería hacer y cuál era el lugar más adecuado. Todo el mundo tendría que tener su oportunidad para dar con su vocación. Mucha gente aprende por su cuenta, es cierto, me parece bien, pero esta idea del emprendedor que va a ver a un inversor de capital riesgo y le presenta lo que ha hecho tiene mucho de mito. Solo es eso, un mito de Silicon Valley.
P. En el libro relata cómo consiguió entrar en Google gracias a sus habilidades humanas y no tanto técnicas. ¿Cree que hoy tendría cabida?
R. Era una empresa joven, no tenían tampoco muchos conocimientos de procesos a la hora de contratar. Creo que hoy habría sido algo distinto.
P. De usted siempre se ha valorado su toque humano, su capacidad para poner algo de sentido común entre tantas decisiones rígidas. Sin embargo, no parece que sea el perfil más buscado en Silicon Valley.
R. Evan (Williams) se dio cuenta de que hacía falta un toque social en su plataforma de blogs. Sabía lo que era el ‘social media’ antes de que existiese como tal, lo tenía en la cabeza, y veía claro que haría falta alguien así. Hoy podría decirse que es lo más parecido a un ‘community manager’. Quería dar una voz humana a la marca, que desprendiese buenas sensaciones. Así también se genera valor. Al resto, por supuesto, les parecía absurdo. Mi regla es que primero están las personas, después los ordenadores.
P. Uno de los problemas que ha enfrentado y nunca ha ocultado ha sido estar sin blanca, no tener dinero para afrontar las deudas de su tarjeta de crédito. ¿Cómo se apañaba para vivir así?
R. Estaba acostumbrado. Soy hijo de madre soltera, que hizo un gran esfuerzo para sacarme adelante. Desde pequeño cortaba el césped de los vecinos o hacía recados. Cada año nos mudábamos a una casa peor. Ya me parecía normal. Aprendí a no sentir presión por no tener dinero y tomar decisión más libres, en pensar en cómo era el futuro que imaginaba, sin los condicionantes del pasado. Cada mes iba pagando una factura. Cuando llegué a Google no había salido a bolsa. Si me hubiese quedado un par de años más, me habría hecho millonario, pero me acordé de cuando no tenía nada. No tenía sentido aguantar allí solo por el dinero. Me fui, sin pensar en mi cuenta corriente, con Evan Williams, porque su proyecto me sedujo.
P. En 2014 comenzó Jelly, una startup basada en resolución de dudas. Los usuarios hacen preguntas y la comunidad responde. ¿Cómo va?
R. Jelly está teniendo un despegue lento, pero da señales de progreso. Que tengas un gran éxito con una startup no significa que lo vayas a tener con todas, no es una garantía. En otras palabras, esto es muy difícil.
P. ¿Por qué creó Super, a primera vista, una colorida aplicación para expresarse? ¿Con qué fin?
R. En Jelly Industries nos centramos en unos principios. En primer lugar, la mayor parte de la información sobre el mundo no se publica en Internet, sino que está en la mente de las personas. En segundo lugar, pensamos que la gente es buena por naturaleza y quiere ayudar a otros. Tanto Jelly como Super tienen esta finalidad, aunque desde enfoques distintos. Todavía estamos aprendiendo.
P. También es inversor en Magic Leap, una de las firmas más prometedores en interacción y realidad aumentada. ¿Qué opina de la realidad virtual?
R. Mi interés en Magic Leap viene de su potencial en la educación. Imagina que un crío tiene la capacidad de entrar dentro de una célula y aprender así diferentes aspectos de la biología. Me parece irresistible.
P. Toda su historia comenzó blogueando. También es parte de Medium, la empresa de Evan Williams, cofundador de Twitter, que quiere renovar este género. ¿Cree que hoy tienen vigencia, que tienen sentido aún?
R. Desde finales de los 90 los blogs captaron mi atención. Fue la primera vez que vi a gente que no conocía de nada, escribiendo código para que su voz se pudiese oir en Internet. Me pareció la verdadera democratización de la información. Medium es una evolución de esa idea, pero es mucho más sencillo. Con Medium, no tienes que montar nada y tampoco se espera que te comprometas con una frecuencia de publicación. Si tienes algo que contarle al mundo, Medium es sencillo, claro y efectivo.
P. Muchos emprendedores tienen problemas para levantar fondos en Silicon Valley. ¿Cree que las plataformas de financiación colectiva pueden ser una buena alternativa?
R. La financiación colectiva es una solución muy buena para algunos, claro. Para mi es fantástico para proyectos sin ánimo de lucro. Pero cuando se trata de conseguir capital para una empresa creo que todavía es bueno tener inversores a los que responder. No solo dan dinero. También dan experiencia. El crowdfunding puede ser muy bueno para arrancar, mostrar el concepto con un prototipo y después atraer a inversores de capital riesgo.
P. Si arrancase una empresa ahora mismo, ¿de qué sería? ¿Qué le seduce?
R. Soy muy optimista con respecto a la humanidad en los próximos 1.000 años. Así que me preguntó qué estoy haciendo para que se haga realidad algo tan optimista. Jelly es una aplicación para ayudarnos unos a otros. Considero que la verdadera promesa de una sociedad conectada es un paso más para ese futuro brillante. Por supuesto, tengo, al menos, una docena de ideas para montar empresas, pero solo sé ir de una en una.
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