AREA X (Especial para Urgente24) – Más allá de sus innovadores productos, como Google Glass o el automóvil sin conductor Driverless Car, el gigante de Internet planea llevar a cabo un ambicioso proyecto: implantar microchips en el cerebro de sus usuarios.
El proyecto no es sólo una fantasía de ciencia ficción, señaló el distinguido ingeniero de Google Ben Gomes al diario británico ‘The Independent’.
Gomes, quien lidera los esfuerzos de ingeniería de la compañía respecto a las funcionalidades de las búsquedas, afirmó que la investigación ya había comenzado.
“Ya hay gente que está empezando a hacer pruebas con personas discapacitadas para que estas puedan controlar sus sillas de ruedas con la mente”, apuntó.
Aunque el objetivo se centraría inicialmente en ayudar a personas con discapacidades, algunos medios señalan que su finalidad no es otra que la de conseguir entrar literalmente en la cabeza de los usuarios para conocer sus consultas de búsqueda, ‘leer’ sus pensamientos y enviar los resultados de dichas búsquedas directamente a los microchips.
La ‘mala fama’ que ha recibido la compañía durante las últimas semanas podría frenar el desarrollo del ambicioso proyecto. Los gigantes de Internet y de la informática, incluyendo a Google, Apple y Microsoft, fueron acusados recientemente de conceder a los servicios de espionaje estadounidenses acceso a los datos de millones de usuarios, según documentos de la Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU. (NSA, por sus siglas en inglés) filtrados por Edward Snowden.
Además, sigue vigente el debate sobre las implicaciones derivadas del uso de Google Glass, debido a la falta de privacidad que conllevaría su proliferación y a la preocupación de que podrían representar peligros para la salud y de que sería un ‘imán’ para ‘hackers’.
Más allá de eso, la implantación de dispositivos electrónicos dentro del cuerpo humano es algo que genera controversia. El temor en las web conspiracinistas tiene que ver con supuestos planes de la elite mundial para implantar chips subcutáneos que permitan controlar electronicamente a la población mediante el registro de actividades comerciales del individuo y sus datos personales.
¿Tendencia?
Mientras tanto, en los medios de comunicación de masas, la idea de la implantación de un chip subcutáneo se presenta como inocente y beneficiosa para las personas.
En Londres, uno de cada diez adolescentes aseguró que estaría dispuesto a que le implanten un microchip con información de sus cuentas bancarias, para poder realizar compras sin tener que llevar dinero en efectivo o una tarjeta de crédito.
Según esta encuesta, realizada por el Instituto Británico para el Estudio del Sector de la Alimentación (Institute for Grocery Distribution, IGD), los adolescentes son más abiertos a este tipo de prácticas, que entre los adultos serían aceptadas sólo por uno de cada veinte. Las ventajas para el usuario serían disponer siempre de efectivo y de mayor seguridad, ya que el chip no puede ser simplemente arrebatado; y para el comercio, saber instantáneamente quién es el cliente y de cuánto dinero dispone para pagar la compra.
El mecanismo funcionaría injertando bajo la piel el chip, que tiene el tamaño de un grano de arroz. El mismo podrá ser leído por un escáner de radiofrecuencia que recupera los datos. El procedimiento de implantación es indoloro, aunque puede provocar algunas molestias después de injertado.
Sistema. Según una información de Europa Press, este sistema ya funciona en la discoteca catalana Baja Beach Club, donde el chip permite a sus portadores no tener que mostrar documentos o tarjetas de crédito. Se espera que en un futuro sirva incluso para sacar dinero de los cajeros automáticos sin necesidad de tarjeta de crédito.
El uso de estos chips ya tienen múltiples aplicaciones, que van desde su colocación en perros y gatos para evitar que se pierdan, hasta su colocación en las zapatillas de los corredores de maratones para impedir que hagan trampa.
En Estados Unidos se evalúa la colocación de chips en los pasaportes, que podrían contener datos tales como nombre, sexo, lugar de nacimiento, fotografía digital e incluso, imagen de la huella dactilar. Las dudas en contra de los mismos se centran en la seguridad individual, dado que mediante una antena capaz de captar la microfrecuencia del chip se podría robar la información personal y utilizarla para la falsificación de identidad.
Uso: Sin embargo, también pueden aplicarse a cuestiones más vitales: por ejemplo, en Estados Unidos también se estudia su posible implementación para guardar datos de la historia clínica de las personas, para que ante una urgencia, con sólo pasar un lector por el chip injertado los médicos cuenten con los antecedentes del paciente. En relación a este uso, una encuesta de D’Alessio IROL en Argentina develó que siete de cada diez personas estarían dispuestas a llevar estos chips.
Siguiendo en Latinoamérica, comienza a surgir la implantación subcutánea de tecnología para el rastreo satelital de la localización de un individuo. Por ejemplo, en la ciudad de San Pablo -Brasil- esta técnica está disponible para los empresarios que temen ser víctimas de un secuestro. Según el semanario Carta Capital, la demanda se circunscribe actualmente a un sector que tan sólo representa el 0.3% de los más de veinte millones de habitantes de esa ciudad.
La inseguridad parece ser una buena propulsora del avance de los mecanismos personales de GPS (Global Position System). En Buenos Aires, la empresa HAWK GPS Solutions promociona un dispositivo para que los padres puedan saber en todo momento y con exactitud dónde están sus hijos.
Quienes contraten el servicio, podrán acceder desde una página web a una localización precisa de los menores y seguir sus movimientos. El servicio también se ofrece como ventajoso para utilizar con ancianos y equipos de trabajo. En este caso, no se utiliza bajo la piel, sino que puede llevarse, por ejemplo, en un bolsillo.
Chips, GPS y otras tecnologías simplifican la identificación, ahorran tiempo y permiten el seguimiento de las personas, pero está latente el riesgo de que la comodidad que brindan se pague con la pérdida de la privacidad.
La voluntad de insertar estos chips en el cuerpo de las personas para mantenerlas bajo control es interpretada por grupos apocalípticos como la mismísima “marca de la bestia” que caracterizará al fin de los tiempos, según reza el libro del Apocalipsis.
martes, 23 de julio de 2013
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