martes, 23 de julio de 2013

Sony reabre el debate sobre la privacidad y los 'gadgets'

B. ARCADIO FREIRE

La marca japonesa ha presentado una patente de un sensor para la cámara de fotos capaz de registrar datos biológicos como la presión arterial o la temperatura.
Desde que se anunció la salida de Google Glass, el debate sobre como puede atentar el uso de los gadgets contra la privacidad personal es un tema que sale a colación continuamente.

Quien lo ha reabierto esta vez es la japonesa Sony, que ha presentado ante la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos (USPTO, por sus siglas en inglés) una patente cuanto menos curiosa.

Se trata de un sensor conectado a la cámara del smartphone que permitiría capturar, además de la imagen, ciertos datos vitales entre los que se incluye la temperatura corporal, el pulso, la presión arterial, la frecuencia respiratoria, el nivel de oxígeno en la sangre y el estado de la piel.

Es decir, que ha dejado a esa App que medía el pulso colocando el dedo sobre la cámara del teléfono a la altura del betún.

Según recoge el documento presentado ante la USPTO, la japonesa busca incluir en sus cámaras unos sensores que permitan ofrecer datos más personales sobre los usuarios, una vez se etiqueten contactos en esas fotos. La aplicación busca una manera de clasificar los archivos de una forma más personal, y Sony ha creído que la mejor forma para hacerlo es teniendo sensores en sus cámaras o en los dispositivos móviles que identifiquen los propios datos biológicos de la imagen.

La utilidad de este sensor es, al menos de momento, cuestionable más allá de lo anecdótico. Que se descubra que una persona está febril o no, o que tiene la presión arterial alta, dista mucho de ser algo realmente confidencial para inmensa mayoría. Aunque siempre habrá quien se ofenda porque el smartphone de marras- teniendo en cuenta que es de Sony, posiblemente un futuro modelo de Xperia- revele este tipo de datos indiscriminadamente.

Los actuales avances tecnológicos están convirtiendo en realidad algo que hace tan solo unos pocos años parecía pura ciencia ficción. Los más pesimistas consideran que si el avance continúa en la dirección actual, conducirá a la creación de un Gran Hermano orwelliano capaz de mantener a todo el mundo vigilado ininterrumpidamente.

Por el momento, los avances como las Google Glass- cuyo inconveniente más criticado por los defensores de la privacidad individual es que permiten sacar fotografías, vídeos o grabar audio de forma muy discreta-, el software que reconoce automáticamente a personas y las etiqueta en las redes sociales o, en este caso, un sensor capaz de dar datos que los médicos tendrían que recopilar con varios aparatos distintos y que tardarían mucho más en analizar que el sensor de Sony, amén de muchos otros, son de distintas marcas. Pero en el actual ecosistema tecnológico, todo tiende a la convergencia en el medio, sino corto, plazo.

Así, con una mezcla de las Google Glass con el sensor de Sony y el software de reconocimiento y etiquetaje automático, nos encontraríamos ante un dispositivo capaz de retratar a un transeúnte incauto, analizar datos biológicos, subir todo esto a las redes sociales y etiquetarlo. Y si algo ha demostrado el sector tecnológico es que, cuando algo funciona, todos los fabricantes tienden a adoptarlo para sus siguientes dispositivos. Pero el sensor de Sony no resulta muy prometedor y la USPTO todavía no se ha pronunciado al respecto.

En cambio, promete reabrir el acalorado debate recurrente de si los dispositivos electrónicos ponen en peligro la vida privada del resto.

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