La “Realidad Aumentada”, reconocida habitualmente por las siglas sajonas de ‘Augmented Reality‘ (AR) es una de las tendencias de las que más se viene hablando en los últimos dos años en la Red. Su popularización y desarrollo efectivo ha venido “de la mano”, nunca mejor dicho, de los dispositivos móviles. Smartphones y tablets han visto cómo crecía la oferta de Apps en esta categoría.
Se trata de aplicaciones que permiten superponer a la imagen (geoposicionada si así se desea) de la realidad física captada por la cámara del dispositivo una capa de interacción visual. Una interacción que inicialmente se limitaba a incorporar una capa de información más o menos navegable extraída de diversas fuentes en Internet. Empresas pioneras comoLayar dibujaron el camino para otros actores que todavía hoy explotan el mismo modelo basado en un motor de realidad aumentada más o menos estandarizado y la comercialización de diferentes “capas” (layers) que incorporan el valor añadido de cada servicio.
Este tipo de aplicaciones, que han encontrado en los ámbitos de la publicidad y el marketing un terreno abonado para la innovación en soportes y formatos, también han encontrado su hueco en la industria editorial y periodística. LA Times lanzaba, por ejemplo, el verano pasado una aplicación para el enriquecimiento de la cobertura dedicada en su edición impresa a los JJ.OO. con contenidos provenientes de su edición digital. En noviembre, The Times afirmaba sacar al público el primer suplemento periodístico basado en AR en Reino Unido; lo hacía con la tecnología de Aurasma. Telegraph Media Group usaba la tecnología de blippar para permitir que sus lectores, además de encontrar comentarios digitales sobre informaciones publicadas en su edición impresa (The Daily Telegraph), pudieran probarse diferentes modelos de una conocida marca de relojes de lujo o que conocieran el interior de los vehículos de alta gama de otra reconocida marca.
Estos y otros ejemplos dan pie para pensar que, efectivamente, la AR abre nuevas vías de aplicación y para la innovación en el ámbito de los medios de comunicación. Esta tecnología se muestra además como una alternativa más versátil a los códigos QR (Quick Response) que no parecen obtener la aceptación esperada y que luchan contra su estigma como foco de ataques maliciosos. Hablamos de una tecnología que ofrece cierta tregua a la extinción del papel.
Sin embargo mi análisis aquí pretende fijar la atención del lector atento en el hecho de que la práctica totalidad de iniciativas que podemos encontrar documentadas, en lo que se refiere a la aplicación de la AR en el ámbito informativo, siguen estando destinadas a explotar las posibilidades de la misma para apalancar un modelo publicitario que está en la base del negocio periodístico tradicional e industrial que ya conocemos.
Por otro lado, la componente de la AR que menos aparece en esos ejemplos que he documentado rápidamente para la elaboración de esta entrada, es quizás la más prometedora. Se trata de la componente local y que, de hecho, ha sido la más explotada en las primeras aplicaciones de esta tecnología, como era el caso de la austriaca Wikitude. Digo esto pensando en la “hiperlocalidad” de la información en un escenario globalizado como uno de los pilares sobre los que se ha desarrollado el fenómeno del periodismo ciudadano. Imagino una capa de AR que me informe de “dónde está la noticia”.
¿Hablamos en estos casos de Publicidad Aumentada o de Realidad Informada?
¿Conoce el lector más ejemplos del uso de la AR en el ámbito periodístico?
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