lunes, 27 de octubre de 2014

El espejo que refleja la realidad… aumentada

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Las marca

s de moda aún no se han enterado, pero cuando lo hagan se frotarán las manos: que pases por un escaparate y te pruebes la ropa desde fuera, decidas si te gusta y compres (incluso si la tienda está cerrada) es uno de los casos de uso de la tecnología de la que venimos a hablarte hoy. Cuatro investigadores de la universidad de Bristol han desarrollado un espejo para interactuar con la realidad que se refleja en él… Y aumentarla.

¿Cómo? El sistema (un “mezclador óptico”) refleja lo que está enfrente y lo que está detrás, creando la ilusión óptica de que los objetos interactúan. Quizá el ejemplo más sencillo de mezclador óptico es tu vida real ahora mismo: cuando pasas por ese escaparate, ves el precio del vestido que lleva el maniquí, te entran ganas de llorar y tu rostro frustrado se refleja sobre él.

Ahora pongamos que pudieras comprarlo y que, además, por darte el gusto o porque llevas prisa, lo hicieras sin tener que entrar. Que lo vieras y pulsando sobre el reflejo se desplegara una aplicación para verte con él puesto, similar a las que ofrecen algunos comercios online, y un sistema de pagos para adquirirlo y que la tienda te lo llevara a casa después. Pues por ahí van los tiros.

El prototipo de los investigadores de Bristol, que explora cómo nos relacionamos humanos, ‘software’ y máquinas en general, incluía pantallas LCD, proyectores, una Kinect de Xbox y un espejo de dos vías (como los que usan en las ruedas de reconocimiento). Su informe escrito, acompañando al montaje, detalla varios casos de uso. El espejo que refleja la realidad aumentada no es una idea atrapada en un laboratorio y un ‘paper’ de 20 páginas y mil referencias: sus creadores se lo han enseñado a más gente y han contado cómo reaccionan.

El de la tienda es un ejemplo; el de los museos, otro. En una exposición, el invento permitía que alguien frente a una vitrina pudiera ver el reflejo de sus dedos dentro, ‘tocar’ la pieza y desplegar más información (¡los museos también se van a frotar las manos cuando se enteren!). Y el enfoque artístico, que hicieron con DJs, otro más: en una instalación a la que bautizaron como ‘depth cube’ (cubo de profundidad, en español) un DJ pinchaba un ‘loop’, el espejo lo reflejaba y cuando el mismo DJ pinchaba otro ‘loop’, la realidad aumentaba y en el espejo aparecía él mismo pinchando el ‘loop’ anterior. Así varias veces: el DJ podía entonces mover sus propios reflejos dentro del espejo para combinar los ‘loops’.

“Los músicos con los que trabajamos apreciaron las posiblidades de aumento que ofrecía el espacio combinado. Se entusiasmaron con las posibilidades de interacción del espejo y comentaron que podría mejorar mucho la percepción del espectador y su entendimiento de las actuaciones digitales”, explica el informe.

El mezclador óptico está aún en fase de prototipo y sus aplicaciones testándose con potenciales usuarios para ver qué tal funcionan. Pero lo terminen aplicando o no a las tiendas (para que compres más), los museos (para que aprendas mejor) o los músicos (para que entiendas sus actuaciones), sus desarrolladores están expectantes con las posibilidades de su tecnología.



“Este trabajo ofrece posibilidades interactivas que se pueden usar en muchas situaciones. Las superficies semitransparentes están a nuestro alrededor, en todos los bancos o escaparates”, comentaban. La clave es la interacción con ellas. Los ‘smartphones’, y ahora los ‘wearables’, hacen muchas cosas pero sobre todo una: ponen en tu mano, en tus muñecas y en tus ojos la posibilidad de interacción con el espacio y personas que te rodean (piensa en abrir Foursquare para ver qué hay a tu alrededor, en Instagram para seguir a esa bloguera de moda o en la ‘app’ de tu banco para ver si te puedes comprar el vestido).

El espejo que refleja la realidad aumentada se mete en tu calle para que interactúes con ella sin ‘gadget’ alguno. “Los combinadores ópticos mezclan el espacio de delante y detrás de ellos”, concluyen los investigadores. “Esto ofrece oportunidades de interacción muy interesantes: los aumentos bidireccionales, en los que ambos espacios puedan añadir contenido al otro, y la interacción, como en vitrinas de museos o escaparates, con contenido inalcanzable”.

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Con información de Vice y la Universidad de Bristol

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