sábado, 18 de mayo de 2013

Carlos Pérez: "Envejecer es quedarse en un paradigma"

Creativo y presidente de la agencia BBDO Argentina, asegura que recién ahora empieza a preguntarse por el sentido de las cosas

Por
Fernando Massa | LA NACION
 


En la construcción de una marca, dice, deben descubrirse pensamientos adultos. Como el eslogan de esa publicidad inglesa de cerveza negra que aseguraba: "Las buenas cosas les llegan a aquellos que saben esperar". Lo mismo que sintió él al convertirse en padre de Manolo y Amparo, de 3 y 5 años.

Para Carlos Pérez (43), presidente de la agencia de publicidad BBDO Argentina, el trabajo le ha otorgado identidad en términos personales. Pero el vértigo de esos primeros pasos, cuando en cuatro años pasó de trainee a director general creativo, o esos tres más en que logró convertirse en presidente de la agencia, quedó atrás. Hoy, es tiempo de escucharse a sí mismo. Aunque eso no implica dejar de lado la pasión por todo lo que hace.

-Cuando abrís la página de BBDO dice the work, the work, the work [el trabajo, el trabajo, el trabajo]. ¿Te identificás con eso?

-Si estuvieran acá todos mis familiares y todos mis amigos se estarían riendo mucho. Sí. Es una de esas casualidades del destino, ¿no? Aprendí a no ser workaholic, pero el trabajo estructura mi vida. Creo en el trabajo como una cosa que otorga identidad en términos personales. Y yo viví esto de cerca porque mi padre, en el edificio donde yo vivía, fue portero durante 40 años. Entonces, de alguna manera, tomé ese modelo de trabajo, de una notable persistencia y de continuidad en un lugar. The work, the work, the work.

-¿Y cómo lo manejás con hijos tan chicos?

-Para mí, la familia es un centro anticiclónico que me ayuda poderosamente y se opone fuertemente al otro, que es el trabajo. Más allá de eso, son los que me otorgan una parte esencial... Yo fui padre de grande, he tenido mi primer hijo con treinta y largos, y creo que, finalmente, ha sido como una bendición porque puedo ser mucho más consciente de lo que significa la paternidad.

-¿Con qué te desconectás entonces que no sea la familia?

-Primero que nada con la lectura. Me pueden estar hablando al lado y estoy metido adentro del libro literalmente. No respondo. Soy un gran consumidor de medios de comunicación. Puedo leer en promedio siete diarios entre nacionales y de afuera los fines de semana. Siempre estoy leyendo un libro atrás de otro. Y la mayoría, últimamente, de ensayos. Ahora volví a la ficción con un pack de Bolaño.

-¿Tenés un lugar predilecto?

-A la noche leo mucho. Antes de acostarme o incluso acostado puedo llegar a leer dos horas y media.

-Sos fanático de River, ¿no?

-Fui, en un momento dado, fanático. Hoy soy un entusiasta fuerte de River con todo lo que implica en estos últimos años. Soy muy crítico de todo lo que ha sucedido. Y para mí es muy sintomático del fútbol argentino y de lo que pasa en nuestra sociedad. Que mi club se haya ido a la B lo tomo como un signo de los tiempos. Pero, como buen fracaso, es necesario para estructurar una historia y poder hacerla más bella finalmente.

-¿Cuál sería el último gran signo de este tiempo?

-¿El que se viene? Definitivamente, el Google Glass. Te lo resumo en esta frase: no vemos las cosas tal cual son, sino tal como somos. Es de Anaïs Nin. Google Glass como aparato tiende a simbolizar un montón de cosas: la posibilidad de tener todo en mis ojos. Es un ícono de la etapa en la que estamos entrando: una fusión de cuerpo con tecnología que llega al punto del gran warning, la privacidad. Ése es el gran warning que se viene en los próximos cinco años.

-¿Temés quedarte afuera en algún momento de lo que pasa en las generaciones más jóvenes?

-Hay algo que me tranquiliza, lo que no significa que no me termine pasando, y es que soy muy curioso. Aquello que sale lo estoy primero que nada entendiendo. Me parece que no es tan importante tener una cuenta en Twitter y tuitear [de hecho, no la tengo, tengo una cuenta fantasma y sigo a un montón de gente...] Me parece más interesante entender qué concepto justifica el éxito de Twitter. Mientras entienda, yo tengo la esperanza de no envejecer. Creo que envejecer es haberse quedado en un paradigma y no haber entendido que ese paradigma fue sustituido o en todo caso que hay otro complementario. Creo que lo que les pasa a las personas es que se van encerrando en determinado tipo de gustos y prejuicios, y eso significa vejez.

-¿Y a la vejez a nivel personal le tenés miedo? ¿A que te queden cosas pendientes?

-Sí, claro. Yo creo que todos. Es más, me lo pregunto constantemente en terapia, es la pregunta que me obliga al silencio. Hay una artista española que se llama Dora García que tiene una maravillosa frase que dice que toda buena pregunta debe evitar a toda costa una respuesta. Cuando mi terapeuta me pregunta cuál es mi deseo, llego a mi silencio. Entonces, una de las cosas que en algún punto todo el tiempo me pregunto es: «¿Esto que estoy haciendo es realmente lo que quiero?» Y también pasa cuando uno supera los 40.

-Pero no te angustia...

-No, pero yo creo que una de las claves que uno tiene que tener para seguir adelante es hacerse preguntas constantemente. Si no vivís haciéndote esas preguntas y tenés todas certezas es complicado. Tengo preguntas que están ahí latentes, como corazón de ET, o como la lucecita de la Mac.

-¿Hace mucho hacés terapia?

-Desde 2004. Ocho años. Yo era una persona muy orgullosa y pensaba que podía resolver los problemas solo. Y después me di cuenta de que en realidad uno va a escucharse. Es un espacio para uno mismo. Es curioso: a mí me pasa que llego y empiezo a tener actos fallidos.

-¿Y cultivás tu vida espiritual?

-La supe cultivar muchísimo durante toda mi infancia y mi juventud. Era una persona fuertemente católica y tuve un período de alejamiento. Y ahora estoy volviendo a la espiritualidad. Y estoy viendo de qué manera puedo acercarme en función de mi edad.

-¿Pero a través de la religión o de otras alternativas?

-Sí, probablemente sea a través de la religión. Estoy en eso justamente. Espiritualidad es una palabra que estoy mencionando constantemente en terapia. La necesidad de espiritualidad. Creo que es una palabra que está detrás de todo lo que venimos hablando y que es como el hilo del collar. Sentido. Uno empieza a preguntarse por el sentido con los años. Antes uno tiene una energía y es natural que salgan cosas. Y en un momento determinado, uno empieza a alejarse y a mirar, y dice: «¿Cuál es el sentido? ¿Hacia dónde vamos a ir?
Solo, o también con un spritz

Lo probó hace no mucho tiempo atrás y le encantó. Sobre todo, su sabor. Si tiene que quedarse con una bebida es ésta: Prosecco, el espumante italiano. A la hora de elegir no le importa si se trata del de Martini o el de Gancia, aunque prefiere el segundo. ¿Y como ingrediente del spritz? También. Carlos dice que toma mucho spritz, sobre todo con su esposa, Lucía, en su casa y los dos solos..

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