lunes, 6 de marzo de 2017

La máquina del tiempo cuesta 50 euros

Por José Nazaro
Los viajes en el tiempo ya tienen precio: 50 euros. Un valor bastante módico si se tiene en cuenta la posibilidad que le brinda a quien esté dispuesto a pagarlo. En realidad, por ese dinero podés comprar la máquina que te va a llevar a pasear por el pasado: es pequeña -cabe en el bolsillo- tiene una pantalla de 2,4 pulgadas, una cámara de 2 MP, su batería puede durar un mes (¡sí, un mes!) en modo reposo y se la promociona como irrompible ¿Su nombre? Nokia 3310.

Durante el Congreso Mundial de Móviles que se realizó en Barcelona durante febrero hubo un hecho en particular que acaparó bastante atención: el lanzamiento de la nueva versión de este teléfono, un clásico de la marca que tuvo su tiempo de gloria durante la década pasada. La gran novedad del nuevo celular es… que es idéntico al original: con él es imposible usar Whatsapp, Facebook o Instagram. Tampoco posee conexión wifi; solamente se conecta a internet a través de 2G -recordemos que cada vez más tucumanos navegan con 4G-. Como si todo esto fuera poco, incluye nada más y nada menos que el juego de la viborita (¿quién no pasó horas hipnotizado con él frente a la pantalla?). A simple vista, se trata de un viaje al pasado que puede funcionar como un mimo para geeks (fanáticos de la tecnología), coleccionistas o melancólicos. Pero ¿y si nos está diciendo algo más?

Miremos a nuestro alrededor: quién no tiene uno o varios compañeros de oficina que, cuando se toman vacaciones, salen de todos los grupos de Whatsapp del trabajo hasta que se reintegran. También están aquellos que logran vencer la angustia y apagar el teléfono los fines de semana. Y no faltan los que, tras superar la desesperación inicial que causa la abstinencia, se alegran de haber elegido como destino un lugar en el que hay muy mala conectividad. De hecho, hasta hace unos pocos años eran habituales las campañas para que los hoteles brindaran wifi gratuito –y este servicio podía inclinar la balanza de la elección del huésped-; hoy, en cambio, la desconexión suele ser un valor que es promocionado por establecimientos, en muchos casos, de lujo.

Y todo esto ocurre mientras los tucumanos empiezan a relacionarse en mayor o menor medida con dos tendencias que en el futuro cercano pueden volverse cotidianas: la realidad virtual y la realidad aumentada. La primera permite ingresar a un mundo virtual mediante el diseño gráfico en 3D, los videos y las fotos 360. En cambio, la realidad aumentada le agrega elementos virtuales a una realidad existente ¿Ejemplos? Las experiencias visuales que brindan los cascos que ya se encuentran en muchos hogares y oficinas tucumanas pertenecen al mundo virtual. Pokémon Go, ese juego que a mitad del año pasado enloqueció a miles de personas, forma parte del segundo. “La realidad aumentada abarca más que la realidad virtual. Nos brinda la posibilidad de estar presentes y de comunicarnos, pero también de que disfrutemos de otras cosas a nivel visual”, explica Tim Cook, el heredero de Steve Jobs en Apple, la firma que viene transformando nuestro vínculo con la tecnología desde hace décadas.

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Volvamos al pasado reciente: en los tiempos en los que el 3310 estaba entre los teléfonos más vendidos, para chatear o entrar a Facebook había que prender la PC, los mensajes de texto eran el modo más rápido y barato de comunicarnos, se hacían muchas más llamadas que ahora, la gente todavía compraba cámaras de fotos, y las filtraciones de videos e imágenes eran menos habituales. En algún punto, la intimidad estaba más resguardada. De hecho, famosos y personajes de la farándula expuestos permanentemente a los escándalos hoy prefieren usar teléfonos básicos, como el que se acaba de relanzar, para sus comunicaciones personales e importantes; de esa manera, mantienen los aspectos más relevantes de sus vidas al margen de las redes. Pero sería de necio afirmar que aquello era mejor que lo que ocurre ahora, cuando llevamos en nuestros bolsillos computadoras que nos permiten trabajar, entretenernos, mantenernos informados y construir nuestras identidades virtuales a través de las redes sociales. Vivimos un momento increíble en el que las oportunidades se multiplican con cada nuevo dispositivo, gadget, red o tecnología.

Sin embargo, es evidente que para las generaciones que hoy tienen más de 25 años y que alcanzaron a vivir en un mundo menos digitalizado existe la necesidad creciente por desconectarse un poco, por desintoxicarse durante algunas horas de tanta información, por encontrar espacios de silencio mental contra los que suelen atentar los grupos de Whatsapp o las notificaciones de Facebook. Y es aquí donde pueden encontrar un mercado favorable iniciativas al estilo de las de Nokia. Como escribió Umberto Eco (1932-2016) en uno de los artículos que integran “De la estupidez a la locura”, su último libro: “el progreso también puede significar dar dos pasos atrás, como volver a la energía eólica como alternativa al petróleo y cosas por el estilo ¡Tendamos al futuro! ¡Atrás a todo vapor!”.

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