domingo, 1 de diciembre de 2013

La realidad aumentada de ‘Zoomwooz’

Beladíez graba en el inicio del montaje, en la Casa de la Cultura de Azuqueca. / Foto: R.M.


La performance de cine en vivo, luces y sombras y poesía del azudense Beladíez y la alemana Kracht pone fin a la Espiga de Oro. • El montaje audiovisual resulta una fascinante crítica de la sociedad en la que vivimos que critica la deshumanización del mundo y envía un mensaje de reacción al espectador.
‘Zoomwooz’ es una crítica a gran escala de la deshumanización del mundo en el que vivimos, una advertencia que agranda los detalles para que no se pierdan de vista, un juego de planos, figuras y sonidos que planta al espectador frente a un espejo que le devuelve su realidad aumentada como un mundo deformado, a veces con aura de ciencia ficción, otras con aspecto de tragedia consumada, para que tome conciencia de que nada puede seguir igual.
Este espectáculo vanguardista cerraba este sábado la XXX Muestra Nacional de Teatro Espiga de Oro de Azuqueca, lamentablemente ante apenas medio centenar de espectadores –asistió el alcalde azudense, Pablo Bellido–, mucho menos público del que merece esta propuesta que fue estrenada en el Festival Alt de Vigo, que había pasado por el Festival Fringe en el Matadero de Madrid y que ha girado hasta ahora más por el extranjero, incluyendo países tan lejanos como Canadá y Corea, más que por España.
El montaje ha respondido al espíritu de esta edición del festival azudense, con calidad y variedad: tras el exitazo musical de ‘Pagagnini’ con Ara Malikian, la obra de formato tradicional ‘Las rameras de Shakespeare’ y el monólogo político de Alberto San Juan, este fin de semana tocaba el turno del teatro de vanguardia. Lo hacía, además, reservando participación para el dramaturgo azudense Andrés Beladíez, que firma (y actúa) con la artista alemana Karla Kracht.
Un relato inquietante
Es difícil definir ‘Zoomwooz’, una producción que mezcla géneros como cine en directo, juegos de luces y sombras y poesía en un relato fundamentalmente sensorial, confuso e impactante, durante más de media hora.
La originalidad de esta performance basada en cine en vivo pasa por que ante una gran pantalla el espectador observa aumentado lo que Beladíez y Kracht filman con una videocámara que enfoca (en modo zoom) unas maquetas donde hay criaturas humanas y extraterrestres, además de otras figuras en miniautura, algunas de ellas a modo de recortables de elaboración doméstica.
El juego entre estos detalles de creación artesanal y el resultado vanguardista, de factura industrial, resulta sorprendente. A menudo la sensación que asalta es la de estar asistiendo a un escenario de videojuego a gran escala. Siempre hay sensación de moverse a través de un mundo claustrofóbico y deshumanizado.

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