domingo, 2 de noviembre de 2014

Call of Duty: el futuro de la guerra

La próxima semana se lanza Advanced Warfare, la más reciente entrega de este exitoso juego bélico. Para darle realismo a la historia ambientada en 2054, sus creadores consultaron con asesores sobre la manera en que la tecnología modificará el campo de batalla. El resultado es un juego repleto de exoesqueletos y armas láser, donde las compañías militares privadas se alzan como una gran amenaza.
por Marcelo Córdova




EN EL año 2054, el planeta enfrenta la mayor amenaza terrorista de su historia: un grupo llamado KVA lanza un ataque global que destruye los reactores nucleares de las mayores potencias del mundo. Los ejércitos quedan devastados, y las corporaciones militares privadas -como las que hoy operan en Irak, Chechenia y Afganistán- se convierten en las principales fuerzas armadas de muchos países. La empresa Atlas es la más poderosa y la primera en obtener un cupo en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y se arroga la atribución de restaurar por cualquier medio el balance global, por lo que comienza a realizar operaciones clandestinas en todo el mundo con exoesqueletos, robots inteligentes, armas láser y sistemas de camuflaje que vuelven invisibles a los soldados.

No es una megaproducción hollywoodense, sino que la trama de la nueva entrega de la saga bélica más exitosa de los videojuegos. Call of Duty: Advanced Warfare, el capítulo 11 de la serie que partió en 2003 y que ha generado más de 10 mil millones de dólares en ganancias para la empresa Activision. Según sus creadores, el juego que se lanza la próxima semana no es ciencia ficción. “Todas las armas y los equipos se basan en la realidad. Cada aparato sigue diseños que podemos ver ahora o que cobrarán vida en poco tiempo”, dijo Glen Schofield, presidente del estudio Sledgehammer que diseña el juego para Activision, a la revista Time.

Los creadores han explicado que cuando se lanzó Call of Duty: Modern Warfare 3 en 2011 empezaron a pensar en cómo darle un giro a esta franquicia que partió como un alabado simulador ambientado en la II Guerra Mundial y cuya última entrega Ghosts (2013) está ambientada en 2017 y se centra en una federación de naciones sudamericanas productoras de petróleo que amenaza al mundo. Esa versión recibió malas críticas y el sitio Videogamer.com dijo que la historia no tenía sentido, por lo que Sledgehammer se esforzó para darle a la edición 2014 una trama más creíble. “Trajimos mucha ayuda externa, como consejeros militares y futurólogos. Nos reunimos con un planificador de escenarios del Departamento de Defensa que trabaja en el Pentágono. Su trabajo es pensar sobre amenazas venideras y preparar posibles escenarios para el gobierno. Le preguntamos, ¿cuál crees que será el conflicto del mañana?”, explicó Michael Condrey, cofundador de Sledgehammer, al diario The Guardian.

Según ese consultor, cuyo nombre no fue divulgado, la próxima amenaza para Estados Unidos no será China -país que colapsaría bajo su propio peso económico- ni Rusia ni algún estado islámico fundamentalista. El siguiente enemigo será una compañía militar privada como Atlas, la cual se inspira en la polémica Blackwater, que en 2004 obtuvo un contrato de 488 millones de dólares con Estados Unidos para prestar servicios de seguridad y entrenamiento en países como Afganistán e Irak. Su licencia en este último país fue revocada en 2007 luego de que sus operadores mataran a 17 civiles, pero la compañía fue rebautizada como Academi y hoy le presta ayuda a la CIA.

“¿Qué pasa cuando una organización construida para ganar dinero tiene acceso a todas las últimas tecnologías y armamentos? Hablamos de una organización que puede operar sin apegarse a la Convención de Ginebra y que puede ser adquirida por el mayor postor. ¿Qué ocurriría si se saliera de control?”, planteó Condrey a The Guardian. Los diseñadores del juego analizaron las actividades de varias corporaciones militares privadas e incluso modelaron al ambicioso Jonathan Irons, presidente de Atlas y cuyo rostro es el del actor Kevin Spacey, en base a Erik Prince, fundador de Blackwater.

Ciencia aplicada

Uno de los consultores que ayudó a crear el juego fue el futurólogo australiano Morris Miselowski, quien analiza tendencias sociales y tecnológicas para clientes como IBM y Visa. Sus análisis muestran que los avances en el ámbito militar reducirán las tropas y eventualmente las bajas. “La guerra antigua era imprecisa, se basaba en volumen con muchas personas y armas desplegadas y se peleaba muy cerca de las zonas en disputa. El futuro de la guerra será más preciso, requerirá menos gente en el frente y dependerá de la habilidad de atacar objetivos desde distancias remotas”, explica.

Entre los avances que se incluyeron en el nuevo Call of Duty figuran los drones y los robots. Los primeros son aeronaves no tripuladas manejadas a control remoto y que pueden monitorear movimientos de tropas y atacar enclaves específicos. Según varios reportes, es una industria que generará ganancias por 20 mil millones de dólares en 2022. En este sector, uno de los modelos más avanzados es el RQ-180 de Northrop Grumman, muy similar a un avión y capaz de volar 24 horas seguidas. Cuenta con tecnología que le permitirá evadir a los actuales radares y entraría en servicio en 2015.

Dalton Fury, comandante retirado del grupo de fuerzas especiales Delta de Estados Unidos y autor del libro Matar a Bin Laden -donde relata la persecución que su grupo hizo del líder de Al Qaeda-, también fue consultor del juego. El ex militar dice que se incorporaron muchas ideas que hoy son prototipos, como los minidrones diseñados por el programa de Tecnología y Sistemas Micro Autónomos del Laboratorio de Investigación del Ejército de Estados Unidos, que pesan menos de 30 gramos y cuyo vuelo es similar al de los insectos. “Si un operador pudiera lanzar un dron de bolsillo, podría guiarlo por un callejón hasta un edificio y captar silenciosamente un video del blanco y enviar la imagen hasta una pantalla del tamaño de un celular en el uniforme del soldado. O incluso podría transmitir la señal a sus gafas, permitiendo ajustar los planes de ataque”, comenta Fury.

Inspiración civil

Además de vehículos inspirados en el Aeroflex -una motocicleta similar a la nave usada por Luke Skywalker en el Regreso del Jedi -, Call of Duty incluye armas láser y otras que emiten pulsos de energía o de sonido para anular equipos enemigos. Versiones avanzadas de tecnologías que ya está usando, por ejemplo, la Armada de Estados Unidos, que está instalando en sus barcos un sistema de energía infrarroja que inhabilita a distancia naves no tripuladas.

En cuanto a los exoesqueletos usados por gran parte de los soldados del juego, la inspiración provino de un ámbito muy distinto al militar. “Nos fijamos en Daewoo, una de las mayores firmas tecnológicas de Corea del Sur y que ha creado exoesqueletos para ser usados en los puertos. Estos les permiten a los estibadores levantar hasta 230 kilos. No creemos que en el futuro cercano los soldados puedan dar saltos de seis metros como los que permiten nuestros exoesqueletos, pero sí pensamos que dentro de 50 años será posible”, agregó Condrey a The Guardian.

Los militares tomaron nota del potencial de esta tecnología hace años y en 2001 la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa del gobierno de Estados Unidos -la misma que ayudó a gestar internet- empezó a investigarlos. Ahí surgieron los trajes XOS 2 de la empresa Raytheon y el Hulc de Lockheed Martin, los cuales permiten a los soldados transportar pesos de hasta 100 kilos.

Hoy su uso se ha extendido más allá del ámbito militar y están siendo aprovechados en el sector médico y en el cuidado de ancianos. Por ejemplo, la compañía israelí Argo Medical Technologies ya comercializa su modelo ReWalk para ayudar a que personas con discapacidades en sus extremidades puedan caminar. En tanto, el Power Assist Suit del Instituto de Tecnología Kanagawa de Japón permite que las enfermeras levanten a pacientes inmóviles, gracias a sensores que monitorean sus músculos y aplican potencia hidráulica para elevar su fuerza en un 50%.

Morris Miselowski tiene la esperanza de que lo mismo ocurra con otras tecnologías militares: que sus aplicaciones destructivas den paso a usos más beneficiosos. Quizás, explica, los jugadores que vean estos equipos en acción en Call of Duty se inspiren e investiguen más allá del campo bélico, tal como ha ocurrido con los drones militares que fueron utilizados para evaluar los daños del terremoto en Haití en 2010 y el estado de los reactores nucleares de Fukushima tras el tsunami de 2011.

“Hemos visto cómo películas de ciencia ficción y libros que describían posibles futuros activaron la imaginación de lectores y espectadores, enviándolos por una vía que los llevó a crear cosas aparentemente imposibles. Los celulares, las gafas Google Glass, los oídos y ojos biónicos, las impresoras 3D, las expediciones a la Luna y muchos otros avances son evidencia de la imaginación del ayer convertida en la realidad de hoy y del mañana”, comenta.

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