martes, 13 de junio de 2017

Nuria Oliver: «El móvil desaparecerá en un futuro no muy lejano, nosotros lo veremos»

La prestigiosa ingeniera de Telecomunicaciones augura que el desarrollo de los dispositivos de realidad aumentada y el de los llamados «wearables» dará paso a nuevas formas de interactuación


La ingeniera de Telecomunicaciones Nuria Oliver en la mesa junto al subdirector de INFORMACIÓN Fernando Ramón
«El móvil tal y como ahora lo conocemos desaparecerá. No quiero poner fechas porque me puedo equivocar pero los que estamos aquí lo veremos». Esta afirmación de la ingeniera de Telecomunicaciones alicantina Nuria Oliver en el Foro Club INFORMACIÓN-Universidad de Alicante-Bankia celebrado ayer en el restaurante El Maestral dejó entre atónitos y pensativos a buena parte de los presentes.
La Premio Nacional de Informática argumentó su predicción en la conferencia «El móvil muda de piel» basándose en las tecnologías que se están desarrollando actualmente y en las tendencias del mercado y la sociedad.
Así, desgranó las principales innovaciones que estarán disponibles los próximos años y que tienen mucho que ver con los llamados «wearables», es decir, dispositivos electrónicos que llevamos encima y que son capaces de almacenar y medir todo tipo de parámetros. Son estos «gadgets» los que van a propiciar la próxima revolución dando una vuelta de tuerca más al permitir en un futuro no muy lejano no sólo «cuantificarnos sino entendernos».
«Desde que nos despertamos hasta que nos acostamos el móvil está con nosotros. Más de un 50%, el 75% si somos jóvenes, lo utilizamos conduciendo, más de un tercio durante una cena romántica o en el cine e incluso el 13% mientras nos duchamos. Cuando no lo tenemos entramos en pánico y desesperación», describe esta experta, de manera que en unos años «la situación de pánico será generalizada», ironizó.
¿Cómo llegaremos a esta situación cuando hoy en día hay ya más teléfonos móviles que habitantes en el mundo? Según explicó esta experta, cuya próxima conferencia tendrá como escenario las Naciones Unidas, el proceso de transformación arrancará por «pasar de mirar hacia abajo a mirar hacia arriba». El hecho de que la pantalla del teléfono sea pequeña nos obliga a mirar abajo e incluso da lugar a accidentes. «Los nuevos Head Mounted Display nos librarán de esa esclavitud», indicó. Son de dos tipos, los de realidad aumentada, que serían las Google glass, y los de realidad virtual. Ya se están implantando en distintas disciplinas como la Medicina y la Educación. Pero la siguiente evolución serán los «displays retinales», es decir, albergar la información digital directamente en la retina.
La segunda transformación vendrá de la mano de los «wearables», avanzó Oliver, quien recordó que «ya cuentan con muchas aplicaciones de éxito en áreas de salud, bienestar y deporte». Se trata de las pulseras, relojes o bandas para la cabeza conectadas. Su crecimiento es «exponencial por lo que cuesta hacer predicciones» pero valga como muestra que van a pasar de un mercado de 17 mil millones de dólares en 2013 a los 180 mil millones que se prevé alcancen en 2020.
«La siguiente generación de wearables serán los tatuajes realizados con tinta conductiva para crear circuitos», adelantó esta experta. Aunque parece ciencia ficción ya se están desarrollando y servirán por ejemplo para que una madre pueda controlar desde la oficina si a su hijo le sube la fiebre.
Otros «wearables» se están centrando en la creciente tendencia en la que «hemos pasado de vivir la vida a documentarla», afirmó Oliver. «Es algo que el ser humano ha hecho desde siempre pero desde hace 30 años podemos grabar las 24 horas del día todo lo que nos ocurre», explicó. El siguiente paso, continuó esta doctora por el MIT, será que los sensores detecten los cambios para decidir grabar las cosas importantes en lugar de hacerlo las 24 horas. Estas nuevas funciones podrán ser muy útiles para las personas en declive cognitivo para ayudarlas a asentar la memoria.
«El área más excitante en este apartado son los laboratorios que caben en un chip. Con el formato de una tarjeta de crédito podremos saber por ejemplo si una persona ha contraído el sida», señaló. Nuevas fórmulas de diagnóstico que revolucionarán la sanidad especialmente de los países en desarrollo. También se diseñarán lentes de contacto capaces de medir la tensión ocular para detectar y prevenir enfermedades oculares como el glaucoma. El desarrollo a gran escala de este tipo de «wearables» también permiten su abaratamiento, algo que ya ha ocurrido con uno de los grandes descubrimientos del siglo XX, la secuenciación del genoma humano. «¿Qué ocurrirá cuando por un euro se pueda secuenciar el genoma de cada persona?», se preguntó Oliver, dejando en el aire las infinitas posibilidades que abrirá este campo.
El siguiente salto tecnológico de los «wearables» se producirá precisamente en una de las áreas en las que esta ingeniera ha trabajado, la unión de las mediciones físicas (ritmo cardíaco, calorías ingeridas, actividad física realizada etcétera) con la psicología conductual aprovechando esas mediciones. «Todos tenemos cosas en nuestra vida que queremos cambiar pero nos cuesta hacerlo», aseveró Oliver, y los nuevos desarrollos van encaminados a convertir el móvil en una especie de entrenador personal que utilice técnicas psicológicas para motivar al usuario. Ya está empleándose la llamada «gamificación», es decir, usar la filosofía de los videojuegos de premiar al jugador con pasar a un siguiente nivel, medallas u otras recompensas y por ese camino el «gadget» conseguirá modificar comportamientos. Aún queda camino por recorrer puesto que de momento está disponible la medición pero no la interpretación inteligente por parte de estos dispositivos. Y es que «los wearables captan una, dos o tres señales, pero la vida es mucho más rica y todavía no existen las herramientas que permitan interpretar sin caer en conclusiones erróneas esas mediciones», explicó.
La siguiente tendencia aún en pañales se dirige hacia la comunicación multisensorial que dará pie a la «comunicación cerebro a cerebro» sin necesidad de hablar, el no va más de la inteligencia artificial, según la experta.
Por el momento las investigaciones van tratando de reproducir los sentidos humanos: el tacto con aplicaciones que permitirán gracias a sensores dar besos, abrazos o la mano pasando por los ultrasonidos para transmitir sensaciones; el olfato para poder enviar mensajes con olores cuya tecnología permitirá además de hacer bromas cosas tan serias como detectar olores peligrosos que se escapan a la nariz humana como el del gas; y el gusto mediante la estimulación de las papilas gustativas. Y el paso que se acerca más a la futura comunicación cerebro a cerebro, el control mediante técnicas no invasivas -es decir con un casco de electrodos­-de diversos objetos como sillas de ruedas, robots o drones con el pensamiento, adelantó esta experta.
También se están realizando avances en la investigación de la voz, no ya tanto para identificación como para predecir las alteraciones que sufren las personas que padecen parkinson o alzheimer y que pasan inadvertidas al oído humano. Precisamente el actor Michael J. Fox, que sufre parkinson, ha invertido en este desarrollo, desveló la ingeniera y divulgadora. Y relacionado con ello, se avanza en la traducción simultánea de idiomas con un pequeño dispositivo.
El reto consistirá en unir los distintos dispositivos que acaben sustituyendo al smartphone que hoy manejamos.
La última tendencia a la que hizo referencia Oliver fue la relación humana y afectiva que se creará entre el asistente personal de los dispositivos y las personas. «Los llamamos smartphones pero en realidad no son tan inteligentes porque si tú me das tu teléfono voy a interactuar igual que tú con él», comentó. Falta la «inteligencia contextual» del aparato, que sea capaz de entender el contexto de la persona. «El móvil ya puede identificar estilos de aprendizaje, la responsabilidad financiera de su dueño, es decir, qué probabilidades existen de que devuelva un préstamo, su estado emocional y de salud e incluso si estás aburrido o no, último proyecto en el que he trabajado», dijo.
Por otra parte, gracias a la cantidad de información digital almacenada en internet, que ha dado pie al Big Data, Oliver se ha implicado en proyectos como «Big Data for social good» que busca la forma de utilizar todos esos datos en beneficio de la sociedad. Con el acceso a estos datos y un uso responsable se puede desde prevenir pandemias analizando los movimientos de población hasta ayudar de manera más rápida y eficaz a las víctimas de desastres naturales o determinar el desarrollo de una región concreta del planeta con sus consiguientes indicadores de acceso a la educación y la sanidad.
La prestigiosa científica terminó su intervención con dos preguntas que invitan a la reflexión: «La tecnología tiene la capacidad de mejorar nuestras vidas, pero todo cambio trascendental de la especie humana la ha transformado, el cerebro se adapta y cambia, ¿cómo cambiará nuestro cerebro con una tecnología capaz de estar siempre funcionando y conectada? Hay quien ya no recuerda ningún número de teléfono....y con una tecnología tan potente, ¿qué deberíamos hacer tanto a nivel individual como colectivo para asegurarnos de que todo ese potencial se emplea de manera positiva?».

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