domingo, 3 de julio de 2016

Así es como la tecnología está afectando el futuro de nuestros recuerdos

¿Para qué pensar? Si el internet lo puede registrar todo.
Así es como la tecnología está afectando el futuro de nuestros recuerdos

por Rafael Zamudio / Qore

La obsesión por registrar todo lo que sucede a nuestro alrededor puede parecer algo relativamente moderno, pero sus orígenes son tan viejos como la civilización misma. Aún si nuestros ancestros ni siquiera imaginaban las herramientas que usamos hoy día, evolucionaron la escritura para explicar su mundo con mucho detalle y, de hecho los primeros textos no fueron mitos ni leyendas, sino registros económicos, censos de ganado y agricultura, relaciones comerciales.
Hasta hace muy poco en nuestra historia la escritura era la fuente principal para preservar información y conocimiento y, aunque sigue siendo nuestra manera primordial de aprendizaje, el mundo ha tenido un cambio radical en los últimos 100 años. La capacidad de reproducir imágenes exactas de lo que nos rodea, primero en fotografía y después en video, transformaron a la humanidad tanto como lo hizo la electricidad.
Al igual que la escritura, la tecnología computacional no siempre estuvo al alcance de todos, pero una vez que lo hizo se convirtió en parte integral de la vida diaria, al punto de que muy rara vez nos ponemos a pensar en las implicaciones, en cómo revolucionó a la civilización. Simplemente usamos nuestros smartphones y wearables —en un futuro próximo hasta visores de realidad virtual y aumentada—, de manera muy natural, como si fueran componentes vitales de nuestro cuerpo y en ocasiones, cuando no los llevamos encima, nos sentimos indefensos y hasta desnudos.
La capacidad de grabar video en cualquier lugar y cualquier momento por medio de un dispositivo democratizado —como el smartphone—, nos ha dado tanto la oportunidad de conocer el mundo a través de una pantalla, a través de los ojos de los demás, como cuestionamientos éticos y polémicas que antes no existían. Google Glass es un claro ejemplo de esto, ya que una de la principales razones de su fracaso inicial estuvo el hecho de que fue visto como una amenaza para la privacidad y el anonimato, al permitirle a sus usuarios grabar video en cualquier momento sin que nadie pudiera asegurar que se le estaba o no grabando.

Grabar o no grabar, he ahí la cuestión

Pese a las polémicas que despertó Google Glass hace un par de años, los intentos por crear productos que permitan a sus usuarios grabar de manera discreta y continua no se han apagado. Con el auge de redes sociales que permiten compartir al instante clips de video, como Vine, Instagram y Snapchat, grabar en todo momento y a toda hora se ha vuelto cada vez más frecuente y generalizado.
Ejemplos sobran, pero quizá pocos productos son tan claros en su objetivo como Perfect Memory, una cámara digital profesional desarrollada por General Streaming Systems, pensada para “grabar tu vida entera”. El pequeño dispositivo, que puede colgarse al cuello como si fuera un collar o ajustarse a la ropa con un clip, cuenta con un sensor de movimiento de alta gama que permite grabar video de alta calidad de manera similar a una GoPro. La diferencia no sólo está en su tamaño, sino que está diseñada para transmitir en vivo a dispositivos móviles y pensada como un amplificador visual de nuestra memoria.
El problema, como con Google Glass, será en un principio si grabar o no, en qué momento hacerlo y con qué objetivo. Las problemáticas que conciernen a la privacidad, al derecho a no ser grabado, seguirán por mucho tiempo. Pero una vez que más dispositivos de este tipo se generalicen nos harán cambiar el concepto de privacidad.
Pensándolo como un preámbulo para la evolución de nuestra especie a través de nuestras propias manos, este tipo de dispositivos pueden transformar nuestra manera de relacionarnos con el mundo de una manera más profunda de lo que parece a simple vista.

Primer escenario: la utopía de la memoria perfecta

Ahora pensemos a futuro. Imaginemos que, pese a la resistencia de muchos, cada vez más personas utilicen dispositivos de realidad aumentada hasta llegar al punto en el que una malla neuronal pareada con lentes de contacto biónicos se convierta en un estándar de uso. La privacidad como la conocemos ahora dejará de existir y eventualmente tornará en algo irrelevante. Dejaremos de depender de nuestra memoria que, si bien nos ha funcionado perfectamente hasta ahora, no será tan eficiente como los registros digitales almacenados en la Nube.
Con el tiempo nuestra simbiosis con inteligencias artificiales se volverá tan eficiente que ni siquiera será necesario un lente de contacto biónico para transmitir información a nuestros ojos, sino que la reproduciremos directo en nuestra mente, como cuando soñamos, con la diferencia de que esa información se encontrará almacenada y podremos acceder a ella cuando queramos.
Tener acceso a toda la información que procesa nuestro cuerpo en cualquier momento puede resultar incomprensible para nosotros ahora, pero así como antes de Internet la mayoría de nuestras conversaciones eran efímeras y hoy tenemos registros de chat con los que podemos repasar años enteros de diálogo con otros, algún día nos parecerá absurda la idea de tener que recurrir a un cuaderno de recetas cada vez que queramos cocinar un pastel.
Nunca volveremos a confundir a una persona con otra, nunca perderemos un vuelo, nunca olvidaremos dónde dejamos las llaves o dónde estacionamos el coche. Podremos revivir una y otra vez nuestros momentos favoritos, desde la sensación de la brisa de la playa en una mañana de primavera, hasta todas las sensaciones química y táctiles que nos produjo el primer beso con el amor de nuestra vida. Realizar tareas delicadas que requieren de mucha precisión y concentración, como una cirugía o manejo de maquinaria pesada, no se verán afectadas. Claro, si es que en ese momento decidimos hacerlas, en vez de dejárselas al robot que ya está encargado de ellas.

Segundo escenario: tiranía de la memoria

Hay razones para que este tipo de dispositivos y su posible evolución nos provoque miedo o repulsión. Como bien podría transformar a la humanidad en una nueva especie, más eficiente, más centrada, más integrada consigo misma, la tecnología también puede usarse para finalidades menos nobles. ¿Qué pasaría si pese a los esfuerzos de personas como Elon Musk las inteligencias artificiales se monopolizan o sirven a los intereses de unos cuantos?
Un futuro distópico en el que nuestra memoria sea utilizada por aparatos gubernamentales corruptos y tiránicos para ejercer control sobre nosotros también es posible. Como en Minority Report, un pensamiento podría ser utilizado por fuerzas policiacas para quitarnos la libertad. Viviríamos bajo un régimen de control tan severo que ni siquiera se nos permitiría tener ideas.
Pero también, sin irnos tanto hacia el extremo negativo de las posibilidades, nuestra tendencia al hedonismo podría causarnos severas adicciones. Rememorar una y otra vez ese último día perfecto con nuestra familia, justo antes del accidente que se llevó a nuestros seres queridos, hasta que no seamos capaces de hacer otra cosa más que reproducir y reproducir. Vivir en el pasado ya no sería una expresión metafórica sino literal, y la posibilidad de que suceda es alta para muchas personas. La invención de recuerdos artificiales, así como borrar eventos para evitar el dolor emocional, como en Eternal Sunshine of the Spotless Mind, también podría ser una posibilidad que cause conflictos de identidad. En fin, dejaré que enumeres para tí mismo los escenarios que podrían ocurrir.
Quizá no suceda ninguna de esas cosas, como quizá tampoco sucedan otros escenarios de ciencia ficción. Tal vez ni siquiera lleguemos al punto en el que usemos dispositivos como la Perfect Memory como un reemplazo para nuestra memoria biológica. Puede que, como con mucha de nuestra tecnología, las aplicaciones más polémicas sólo sean utilizadas por personas altamente capacitadas y que pertenecen a ciertas élites, como científicos o militares. Puede que el resto de nosotros las usemos primordialmente para lo que más usamos nuestros dispositivos hoy en día: distraernos, divertirnos, pasar el tiempo. Aún así debemos pensar en ello, pues quizá mañana nuestro mundo vuelva a cambiar para siempre.
Vía Qore

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