jueves, 16 de abril de 2020

Retos del e-learning y la tecnología en la educación

Cuando hablamos de competencias blandas nos estamos refiriendo a la comunicación


Soy ingeniero de profesión y he tenido el inmenso privilegio de trabajar en el sector educativo desde que me gradué en la universidad, y digo privilegio porque inicié mi carrera como profesor en una entidad de formación profesional de la que confieso, pensé era algo temporal, pero que ya después de 22 años es mi pasión y mi convicción: Aportar desde mi lugar lo que pueda para transformar la educación.

Desde que trabajo en educación siempre he escuchado, leído, estudiado y aprendido que se debe transformar la educación sí o sí, que la educación es la base para el desarrollo de los países, que hay que invertir más, etc. Lo cierto es que ahora más que nunca y con seguridad en el futuro, hay que invertir mucho más en educación y transformarla. Como ingeniero siempre he notado que los avances tecnológicos llegan tarde a la educación, sin embargo eso está cambiando, los avances tecnológicos están en la educación, la inteligencia artificial, el internet de las cosas, la realidad virtual, la realidad aumentada, los sistemas de información para la gestión académica dentro y fuera del aula, el e-learning, la gamificación, los recursos didácticos, todo está. Las inversiones se están haciendo en las instituciones, aunque es verdad ciertamente no están llegando a la mayoría, pero van llegando poco a poco. Además, tanto las grandes empresas como las pequeñas han entendido que es una prioridad transformar el sector educativo.

El reto que tenemos los que trabajamos en campo, y más en tecnología para la educación, no es introducir la tecnología. La mayoría lo estamos haciendo, pero de manera aislada y no integralmente como se necesita. Me explico con algunos ejemplos: una escuela que invierte en equipos informáticos no invierte en recursos didácticos o contenidos con alto valor pedagógico y da por hecho que con comprar los equipos es suficiente; otra escuela tiene excelentes sistemas de gestión de los procesos administrativos pero no sistemas de gestión educativa, otros centros, en cambio, realizaron todas las inversiones necesarias, pero no transformaron el diseño curricular en la escuela, o cambiaron el diseño curricular, pero la actividad de aprendizaje siguió siendo magistral y desaprovecharon la inversión realizada.

Por convicción, considero que el reto que tenemos consiste en transformar cuatro frentes. En primer lugar, debemos enfocarnos en cambiar el rol del profesor y del estudiante en cualquier ambiente educativo, fomentar las técnicas didácticas que promuevan que el profesor sea mediador del proceso de aplicación del conocimiento por parte del estudiante y que el estudiante sea el gestor de su aprendizaje, pero que lo que aprenda lo aplique en situaciones de contexto real que le permitan realmente evidenciar su aprendizaje. Centrándome en el e-learning, todos sabemos que, debido al confinamiento que vivimos por la COVID-19, el e-learning se ha ganado un protagonismo que si bien ya tenía, ahora todas las luces están puestas en él, y aunque todos usamos la tecnología, lo que se ha hecho en la mayoría de los casos es poner el peso en la herramienta tecnológica y descuidar la didáctica. Es éste el segundo frente a transformar, fortalecer el aprendizaje en colaboración, para que así se desarrollen competencias "blandas" (soft skills, en inglés) integradas con el desarrollo de competencias específicas, con el fin de resolver una situación real. Si promovemos las técnicas colaborativas, desarrollaremos más competencias de tipo transversal que si nos limitamos a la individual. Cuando hablamos de competencias blandas nos estamos refiriendo a la comunicación, el cumplimiento de roles, el trabajo en equipo, el liderazgo, el emprendimiento, por mencionar algunas, todo esto de forma indirecta sin que se nos conviertan en disciplinas alternas que sobrecarguen la actividad de aprendizaje.

El tercer frente a transformar es el currículo. Es, además, necesario hacerlo no desde sus resultados de aprendizaje, sino desde su desarrollo en el ámbito educativo, es decir, los contenidos pueden ser los mismos, pero se ha de cambiar el desarrollo curricular, que la actividad de aprendizaje tenga contexto real. Un ejemplo claro: si tenemos como objetivo aprender el concepto de la función cúbica, promovamos que ese aprendizaje se aplique calculando el valor máximo de los pliegues para construir una caja de cartón que permita obtener el mayor volumen posible. A mí no me lo enseñaron así en el colegio y tuve que hacer muchas ecuaciones cúbicas y, al final, lo aprendí hace poco elaborando recursos didácticos con mis compañeros de trabajo.

Por último, el cuarto frente que se ha de transformar es garantizar el uso de la tecnología en los procesos educativos, pero sin que sea la protagonista. El éxito de la tecnología es hacer a las personas protagonistas y, en ocasiones, se nos olvida ese objetivo. La tecnología debe ser el medio para lograr el objetivo, que será siempre el mismo: desarrollar el pensamiento y los valores, así como integrar a las personas facilitando la colaboración. Es, de este modo, como desde la educación se podrá transformar la sociedad, trayendo bienestar a las personas, lo que, en mi opinión, es el verdadero desafío que tenemos todos.

Elaborado por Jiovany Orozco, CEO and Founder CloudLabs

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