jueves, 21 de julio de 2016

¿Sueñan los pokémon con humanos eléctricos?

El mundo real parece haber sido invadido por la realidad aumentada de Pokémon GO Dicen que hay una chica en Wyoming que se encontró un cadáver flotando mientras exploraba fuentes de agua natural donde habitan algunas de estas criaturas. También cuentan que hay un joven en Nueva Zelanda que ha muerto al caer de un puente por intentar atrapar un pokémon en ese mundo paralelo en que las alturas no producen accidentes. Y también se rumorea que los que buscan criaturas en su mundo virtual son incapaces de respetar lugares tan emblemáticos en el mundo real como el Museo del Holocausto o la Catedral de Santiago de Compostela.
A pesar de las quejas de los agoreros, hay que advertir que no es precisamente la primera vez en la historia que a los seres humanos nos inquieta que ciertos mundos fantásticos acaben siendo más importantes que la vida real. De hecho, uno de los grandes libros de la historia de la literatura, Don Quijote de la Mancha, trata justamente ese tema. Es la historia de un hidalgo que vive una realidad aburrida y triste y se queda enganchado a un mundo épico paralelo en el que se siente más feliz. En sus peripecias ya encontramos la difusa línea que separa la sana utilización psicológica de la fantasía como mundo mental estimulante y la renuncia completa a vivir la realidad.
Los seres humanos necesitamos adentrarnos en mundos imaginarios: estos mundos paralelos han formado parte siempre de nuestras ocupaciones mentales. Nos sirven, en primer lugar, para desarrollar lo que Marvin Zuckerman, psicólogo de la Universidad de Delaware, definió como Apertura a la Experiencia. Es importante para nuestro cerebro curiosear más allá de los límites físicos,encontrar lo diferente, lo inquietante. Eso nos permite tomar distancia y volver a ver la realidad "saliéndonos del marco", con un punto de vista más fresco. La fantasía no es una vía para escapar de nuestra realidad, es un catalizador para profundizar más en ella. Miles de chavales están saliendo a la calle, gracias a este juego (una gran noticia para las familias de frikis nerds) y están intentando ver el mundo de otra manera, ver con otros ojos su realidad cotidiana.
Los mundos paralelos nos sirven, además, para experimentar ciertas sensaciones en un entorno seguro. Jeffrey Goldstein, profesor de Psicología Social de la Universidad de Utrecht, investiga una teoría bioquímica acerca del tema: según este investigador, el éxito de los videojuegos y juegos de realidad aumentada (al igual que las atracciones de feria o las películas de terror) se debe a que es una forma socialmente aceptada de liberar hormonas como la adrenalina, la testosterona o el cortisol que antes se liberaban en situaciones peligrosas y violentas. Quizás no sea tan mala noticia, por ejemplo, que la sensación de estar realizando un safari (característica de Pokémon GO) se realice sin la necesidad de matar animales.
¿Existe el riesgo de que se desarrollen realidades alternativas tan atractivas que todo el mundo acabe sumergido en ellas? Los agoreros han hablado siempre de ello: ocurrió cuando se difundió la imprenta (se hablaba de que las personas acabarían leyendo siempre y ya nadie hablaría) y sucedió cuando se popularizó la televisión. Pero en realidad, como nos recordó Cervantes, la locura (entendida como dificultad para entrar y salir de los mundos imaginarios) es una cuestión individual. La mayoría de personas saben, como requería Samuel Johnson, que "se puede tener por compañera la fantasía, pero se debe tener como guía a la razón"
Solo las personas con vulnerabilidad psicótica se quedan dentro de estas realidades virtuales. Pokémon GO, al igual que las novelas de caballerías, pasará a la historia y pocas personas quedarán atrapadas en su universo.
* LUIS MUIÑO es psicoterapeuta y escritor.

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