Condenados por violencia de género comprueban en primera persona los efectos psicológicos de las agresiones gracias a un proyecto desarrollado por el equipo de neurociencia del Idibaps
Las gafas convierten al hombre en una mujer frente a un maltratador (Ana Jiménez)
ANA MACPHERSON, Barcelona
Con las gafas de realidad virtual, los hombres que participan en el proyecto, condenados por violencia de género, comprueban que sus piernas y sus manos son de mujer y en el espejo ven un cuerpo femenino. Por la puerta entra de malos modos un hombre que les manda callar y se acerca cada vez más con frases descalificadoras. Pega un manotazo a un teléfono que sale disparado y se acerca más aún. Mirándole a los ojos, exigiendo que le mire, con un reiterado ¡que te calles! si osan contestar al avatar.
Y la mayoría se encogen y miran al suelo. Y reconocen que se esperaban un golpe y se sintieron amenazados. Es una de las escenas de maltrato de la herramienta de realidad virtual inmersiva que ha desarrollado el equipo de neurociencia del Idibaps y la Universitat de Barcelona. Ya se está utilizando en el servicio de medidas penales alternativas del Departament de Justícia en Barcelona, donde se ocupan de proporcionar cursos de rehabilitación a condenados por maltrato que, a propuesta del juez, eligen esta opción en lugar de la cárcel.
“Hemos podido demostrar que la inmersión en esa realidad virtual tiene efectos en la capacidad del agresor de reconocer las emociones y el sufrimiento del otro, el principal déficit de los maltratadores”, explica Mavi Sánchez, investigadora ICREA del Idibaps y coordinadora del estudio publicado en Scientific Reports.
Han desarrollado la herramienta con la colaboración de más de 200 agresores y han comparado la respuesta fisiológica, emocional y cognitiva de 20 de ellos comparándola con 20 hombres sin ninguna relación con la violencia. “La principal dificultad que nos referían los psicólogos especializados la hemos corroborado: todos ellos tenían una gran dificultad para reconocer caras de miedo en mujeres. Específicamente en las mujeres. La sesión de realidad virtual modifica significativamente esa capacidad de reconocimiento”.
Los participantes condenados reconocen que, a diferencia de lo que sienten ante una película, esto les resulta real y les ha provocado miedo, se han sentido amenazados. Alguno llega a reconocer que ese tío virtual les ha hecho sentir francamente mal. “Yo también la trato así”, admite uno de ellos. Y, ante los gritos, se sentía asustado y no sabía como reaccionar.
Los investigadores quieren llegar a evaluar el impacto de esta ayuda virtual en la reincidencia de los maltratadores, pero les faltan unos años de perspectiva. Y han creado una empresa con la UB para alimentar y comercializar los escenarios y los objetivos.
El Idibaps incluye este tipo de estudios “porque la misión de la investigación es intentar transformar la realidad para mejorar las condiciones de vida de las personas”, resume Elías Campo, su director.
ANA MACPHERSON, Barcelona
Con las gafas de realidad virtual, los hombres que participan en el proyecto, condenados por violencia de género, comprueban que sus piernas y sus manos son de mujer y en el espejo ven un cuerpo femenino. Por la puerta entra de malos modos un hombre que les manda callar y se acerca cada vez más con frases descalificadoras. Pega un manotazo a un teléfono que sale disparado y se acerca más aún. Mirándole a los ojos, exigiendo que le mire, con un reiterado ¡que te calles! si osan contestar al avatar.
Y la mayoría se encogen y miran al suelo. Y reconocen que se esperaban un golpe y se sintieron amenazados. Es una de las escenas de maltrato de la herramienta de realidad virtual inmersiva que ha desarrollado el equipo de neurociencia del Idibaps y la Universitat de Barcelona. Ya se está utilizando en el servicio de medidas penales alternativas del Departament de Justícia en Barcelona, donde se ocupan de proporcionar cursos de rehabilitación a condenados por maltrato que, a propuesta del juez, eligen esta opción en lugar de la cárcel.
“Hemos podido demostrar que la inmersión en esa realidad virtual tiene efectos en la capacidad del agresor de reconocer las emociones y el sufrimiento del otro, el principal déficit de los maltratadores”, explica Mavi Sánchez, investigadora ICREA del Idibaps y coordinadora del estudio publicado en Scientific Reports.
Han desarrollado la herramienta con la colaboración de más de 200 agresores y han comparado la respuesta fisiológica, emocional y cognitiva de 20 de ellos comparándola con 20 hombres sin ninguna relación con la violencia. “La principal dificultad que nos referían los psicólogos especializados la hemos corroborado: todos ellos tenían una gran dificultad para reconocer caras de miedo en mujeres. Específicamente en las mujeres. La sesión de realidad virtual modifica significativamente esa capacidad de reconocimiento”.
Los participantes condenados reconocen que, a diferencia de lo que sienten ante una película, esto les resulta real y les ha provocado miedo, se han sentido amenazados. Alguno llega a reconocer que ese tío virtual les ha hecho sentir francamente mal. “Yo también la trato así”, admite uno de ellos. Y, ante los gritos, se sentía asustado y no sabía como reaccionar.
Los investigadores quieren llegar a evaluar el impacto de esta ayuda virtual en la reincidencia de los maltratadores, pero les faltan unos años de perspectiva. Y han creado una empresa con la UB para alimentar y comercializar los escenarios y los objetivos.
El Idibaps incluye este tipo de estudios “porque la misión de la investigación es intentar transformar la realidad para mejorar las condiciones de vida de las personas”, resume Elías Campo, su director.
http://www.lavanguardia.com/vida/20180223/44992190790/realidad-virtual-maltrato-agresores-violencia-de-genero-victimas.html
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