En un mundo en el que los ahorros económicos en los procesos de producción es algo vital, se suman los factores medioambientales y los consumos dependientes de materiales contaminantes. Es imprescindible poner fin a la dependencia del petróleo y los combustibles. No sólo por el cambio climático o porque las reservas se están agotando, sino también porque el consumo energético es cada vez mayor en las empresas.
En este contexto, tomar medidas de ahorro energético en la industria se está convirtiendo en un factor muy importante para la competitividad de las empresas y su margen de beneficios.
La eficiencia energética consiste en utilizar menos energía para proporcionar un mismo servicio. Estas mejoras de eficiencia en el sector hotelero se obtienen a través de dos líneas de actuación, una, teniendo presentes un óptimo diseño de nuestras instalaciones, donde se tengan en cuenta el aislamiento de las mismas, la orientación, hermetismo así como las áreas de transferencia o intercambio de energía como pudiera ser las ventanas y áreas de ventilación. La segunda línea de optimización de energía viene dada por tener instalaciones gestionadas, para un correcto control de nuestros sistemas de consumos energéticos, como el aire acondicionado, la calefacción, la ventilación, los consumos de agua, la iluminación, etc.
En este artículo nos centraremos en esta segunda línea de actuación.
¿Cómo puede mejorar la sensorización (IoT) en la eficiencia energética de los hoteles?
La innovación en el sector hotelero a través de la tecnología IoT lo podemos centrar en dos segmentos de actuación diferenciados. Uno será el englobado en la parte industrial del hotel y el otro más centrado en el cliente final.
En la parte más industrial:
A partir de los datos obtenidos a través de los sensores en las instalaciones (consumos energéticos por instalación, consumos de agua, como caudales, porcentajes de capacidad de agua almacenada, calidad de la misma, niveles de humedad ambientales, etc.) enlazados con los propios sistemas de PMS que permiten conocer la ocupación (para predecir, por ejemplo, usos de instalaciones), podemos lanzar iniciativas orientadas a la eficiencia energética y sus costes asociados. Algunos ejemplos serían:
Desarrollar modelos de mantenimiento predictivo, en base a algoritmos sobre los datos captados, que optimicen los costes de mantenimiento y aseguren el buen funcionamiento de las instalaciones.
Este aspecto redundaría en la optimización de costes de subcontratas de mantenimiento, e incluso, en la gestión de repuestos asociados al mantenimiento.
Gestión automatizada y/o centralizada de variables energéticas, que permitan un control en tiempo real y de forma continua, de los parámetros de consumo establecidos, de manera que se aplique una política uniforme y óptima para toda la cadena hotelera (ej: temperaturas medias de las instalaciones, piscinas, etc.) en función de las variables climatológicas, tipo de destino, etc. La centralización permite asegurar el control y gobierno único de esas variables, aunque obviamente es una medida que requiere de una infraestructura segura y siempre con la alternativa, en caso de incidencias, del control local.
Si unimos este tipo de soluciones con algunas que ya hemos visto en otros artículos, como por ejemplo el uso de realidad aumentada en tareas de mantenimiento, la eficiencia se multiplica.
Pero la eficiencia energética es perfectamente compatible con el servicio al cliente y puede reforzar la vinculación con la cadena. Veamos algunos ejemplos de aplicación:
Si conectamos las habitaciones con sensores, al cliente podría ofrecérsele la posibilidad de personalizar su temperatura de confort incluso en el momento de la reserva, y para cualquier franja horaria / momento del día. Esta función se activaría automáticamente durante el check-in y se mantendría durante su estancia, pudiéndola variar a su gusto en ese período mediante la propia app.
Si se dispusieran de algoritmos que previeran la mencionada hora de check-in, podría activarse de forma automática para que el cliente encontrara la habitación a su temperatura ideal a su llegada.
Puede parecer que en algunos casos se consumiría más energía de media (y aunque en casos puntuales sería así), podrían habilitarse algoritmos con patrones de comportamiento que previeran cuando va a usarse la habitación y optimizar así el consumo energético, ya que funcionarían de forma óptima entre temperatura deseada vs. Momento de estancia en la habitación.
Este aspecto podría alisar los picos de demanda que requieren de mayor potencia (si se necesita enfriar o calentar muy rápido requiere de más potencia contratada) permitiría reducir costes asociados a la propia tarifa.
En cualquier caso el cliente sentiría que su experiencia está más personalizada, le vincularía más) y obviamente, con una comunicación adecuada, sobre la importancia de salvaguardar los recursos y reducir las emisiones, lograríamos un efecto colateral, básicamente reputacional, por la preocupación de la cadena por el medio ambiente (aspecto este que no hay que desdeñar y que cada vez adquiere más relevancia).
De todos estos datos, será muy relevante la analítica aplicada a los mismos, ya que los algoritmos podrán aprender de las mejores prácticas en cada hotel, y se podrá hacer un seguimiento detallado de los costes asociados así como de las medidas de mejora a implantar de forma continua.
Esta es una de las múltiples aplicaciones del IoT que iremos repasando en posteriores artículos, y que evidentemente, tal y como hemos comentado, no hemos de verlas como una fuente de eficiencia únicamente sino como un elemento más para asegurar que los clientes tengan una experiencia única y personalizada.
Jose Luis Palermo
miércoles, 4 de diciembre de 2019
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