Introducir dispositivos con conectividad a la red en organismos vivos es algo que ya está sucediendo
La conectividad del cuerpo a la red ya no es un tema de ciencia ficción. (iStockphoto)
RAMÓN PECO
Uno de los grandes cambios que producirán las redes 5G a medio plazo será la multiplicación de sensores en toda clase de objetos: desde cultivos agrícolas hasta alumbrado público. Será un importante salto para lo que se denomina el Internet de las cosas. Pero los sensores y los productos conectados a la red también están llegando a nuestro propio cuerpo. Es lo que algunos denominan el Internet de los cuerpos.
Desde hace tiempo se implantan chips en algunos animales para poder identificarlos. Pero la electrónica también se ha introducido en el cuerpo humano. Es conocido por ejemplo que el ex Vicepresidente de Estados Unidos Dick Cheney se vio obligado a que su marcapasos fuese reprogramado para evitar que fuese hackeado, pues el aparato disponía de conectividad inalámbrica. Una función que fue desactivada para evitar ataques externos que podrían haber matado a Cheney.
Dick Cheney se vio obligado a que su marcapasos fuese reprogramado para evitar que fuese hackeado
Este ejemplo nos da la medida de lo que el Internet de las cuerpos representa: una oportunidad para mejorar nuestra salud o nuestras capacidades físicas y sensoriales, pero también una tecnología especialmente delicada por los malos usos que se puedan hacer de ella.
El Internet de los cuerpos se podría dividir en tres grandes categorías, como apunta el periodista Bernard Marr en Forbes. En primer lugar estamos ante los aparatos conectados que llevamos con nosotros fuera de nuestro cuerpo: esto incluye desde relojes inteligentes o medidores de actividad física hasta gafas de realidad aumentada. Esta última tecnología Apple parece estar muy interesada en desarrollarla a fondo.
En segundo lugar están los aparatos que albergamos temporal o permanentemente dentro de nuestro cuerpo, como las cápsulas con microcámaras para hacer endoscópias (cada vez más usadas) o marcapasos inteligentes, como el de Dick Cheney. En este área cada vez estamos viendo más y más avances. Incluso existen píldoras inteligentes que pueden dosificar la cantidad de medicación que recibe nuestro organismo.
Estos aparatos empiezan a ser tan frecuentes que la Oficina de Responsabilidad del Gobierno de los Estados Unidos recomendó a la Food and Drug Administration (FDA en sus siglas en inglés) que tomen medidas. Los ataques informáticos a esta clase de dispositivos pueden ser letales.
Hace unos años se implantaron chips diminutos de forma supuestamente voluntaria entre los trabajadores de la empresa estadounidense Three Square Market
La tercera categoría del Internet de los cuerpos la representan aquellos dispositivos que se integran con el cuerpo como un órgano más. Se trata de las tecnologías que se han considerado desde hace décadas propias de los cyborgs, una fusión de electrónica y biología.
Hace unos años se implantaron chips diminutos de forma más o menos voluntaria entre los trabajadores de la empresa estadounidense Three Square Market. Gracias a ese implante era más sencillo para los empleados hacer cosas como acceder a las instalaciones de la empresa sin llevar una tarjeta que los identificara. También la empresa podía saber más fácilmente si estaban o no dentro de las instalaciones.
Una decisión criticada desde el medio científico Relativity, pues la implantación de los chips no se realizó de forma anónima. Por lo que algunos empleados pudieron verse más o menos coaccionados a implantarse estos dispositivos. Eso por no hablar de las connotaciones para la privacidad que tiene algo así.
En su momento se supo que el activista Edward Snowden introducía su teléfono en una nevera incluso estando apagado para evitar ser localizado. Los materiales de la nevera actúan como una caja de faraday que evita la propagación de las ondas electromagnéticas. Evidentemente si tuviésemos un sensor capaz de ser localizado en nuestro cuerpo necesitaríamos algo más que una nevera para no ser rastreados.
En Blade Runner 2049 vemos a un personaje ciego observar el mundo a través de cámaras que levitan
Sin embargo es cierto que no podemos volverle sin más la espalda a tecnologías que podrían ampliar capacidades sensoriales disminuidas, o incluso jugar un papel importante de cara a proteger a una persona amenazada. En Blade Runner 2049 vemos a un personaje ciego observar el mundo a través de cámaras que levitan.
Algo así a día de hoy es sólo ciencia ficción, pero ya se han realizado experimentos que gracias a la implantación de un chip han permitido a personas invidentes recuperar cierta capacidad de visión. Pero no todos los usos del Internet de los cuerpos probablemente acabarán teniendo usos de esa naturaleza.
Se han realizado ya experimentos que han permitido que personas ciegas puedan volver a ver parcialmente
Si se garantizan ciertas medidas de seguridad y esta tecnología vence tabús podríamos ver implantes con finalidades lúdicas o artísticas. En 2017 un cineasta que había perdido un ojo se implantó una cámara en la cuenca del ojo que le faltaba. Esta cámara era capaz de registrar imágenes desde el mismo punto de vista que el ojo sano. La cámara por cierto cuenta con conectividad inalámbrica. Algo así hoy nos parece bastante excéntrico, pero quién sabe si en el futuro lo que hoy nos parece exótico se convierte en algo normal.
En cualquier caso otro efecto adverso del Internet de los cuerpos podría ser crear una brecha social. Al igual que hoy sucede con la medicina, los más pudientes podrían acceder a tecnologías que mejoren sus enfermedades o sus sentidos. Mientras que las personas con menos recursos económicos podrían tener que conformarse con lo que les ha otorgado la naturaleza.
RAMÓN PECO
Uno de los grandes cambios que producirán las redes 5G a medio plazo será la multiplicación de sensores en toda clase de objetos: desde cultivos agrícolas hasta alumbrado público. Será un importante salto para lo que se denomina el Internet de las cosas. Pero los sensores y los productos conectados a la red también están llegando a nuestro propio cuerpo. Es lo que algunos denominan el Internet de los cuerpos.
Desde hace tiempo se implantan chips en algunos animales para poder identificarlos. Pero la electrónica también se ha introducido en el cuerpo humano. Es conocido por ejemplo que el ex Vicepresidente de Estados Unidos Dick Cheney se vio obligado a que su marcapasos fuese reprogramado para evitar que fuese hackeado, pues el aparato disponía de conectividad inalámbrica. Una función que fue desactivada para evitar ataques externos que podrían haber matado a Cheney.
Dick Cheney se vio obligado a que su marcapasos fuese reprogramado para evitar que fuese hackeado
Este ejemplo nos da la medida de lo que el Internet de las cuerpos representa: una oportunidad para mejorar nuestra salud o nuestras capacidades físicas y sensoriales, pero también una tecnología especialmente delicada por los malos usos que se puedan hacer de ella.
El Internet de los cuerpos se podría dividir en tres grandes categorías, como apunta el periodista Bernard Marr en Forbes. En primer lugar estamos ante los aparatos conectados que llevamos con nosotros fuera de nuestro cuerpo: esto incluye desde relojes inteligentes o medidores de actividad física hasta gafas de realidad aumentada. Esta última tecnología Apple parece estar muy interesada en desarrollarla a fondo.
En segundo lugar están los aparatos que albergamos temporal o permanentemente dentro de nuestro cuerpo, como las cápsulas con microcámaras para hacer endoscópias (cada vez más usadas) o marcapasos inteligentes, como el de Dick Cheney. En este área cada vez estamos viendo más y más avances. Incluso existen píldoras inteligentes que pueden dosificar la cantidad de medicación que recibe nuestro organismo.
Estos aparatos empiezan a ser tan frecuentes que la Oficina de Responsabilidad del Gobierno de los Estados Unidos recomendó a la Food and Drug Administration (FDA en sus siglas en inglés) que tomen medidas. Los ataques informáticos a esta clase de dispositivos pueden ser letales.
Hace unos años se implantaron chips diminutos de forma supuestamente voluntaria entre los trabajadores de la empresa estadounidense Three Square Market
La tercera categoría del Internet de los cuerpos la representan aquellos dispositivos que se integran con el cuerpo como un órgano más. Se trata de las tecnologías que se han considerado desde hace décadas propias de los cyborgs, una fusión de electrónica y biología.
Hace unos años se implantaron chips diminutos de forma más o menos voluntaria entre los trabajadores de la empresa estadounidense Three Square Market. Gracias a ese implante era más sencillo para los empleados hacer cosas como acceder a las instalaciones de la empresa sin llevar una tarjeta que los identificara. También la empresa podía saber más fácilmente si estaban o no dentro de las instalaciones.
Una decisión criticada desde el medio científico Relativity, pues la implantación de los chips no se realizó de forma anónima. Por lo que algunos empleados pudieron verse más o menos coaccionados a implantarse estos dispositivos. Eso por no hablar de las connotaciones para la privacidad que tiene algo así.
En su momento se supo que el activista Edward Snowden introducía su teléfono en una nevera incluso estando apagado para evitar ser localizado. Los materiales de la nevera actúan como una caja de faraday que evita la propagación de las ondas electromagnéticas. Evidentemente si tuviésemos un sensor capaz de ser localizado en nuestro cuerpo necesitaríamos algo más que una nevera para no ser rastreados.
En Blade Runner 2049 vemos a un personaje ciego observar el mundo a través de cámaras que levitan
Sin embargo es cierto que no podemos volverle sin más la espalda a tecnologías que podrían ampliar capacidades sensoriales disminuidas, o incluso jugar un papel importante de cara a proteger a una persona amenazada. En Blade Runner 2049 vemos a un personaje ciego observar el mundo a través de cámaras que levitan.
Algo así a día de hoy es sólo ciencia ficción, pero ya se han realizado experimentos que gracias a la implantación de un chip han permitido a personas invidentes recuperar cierta capacidad de visión. Pero no todos los usos del Internet de los cuerpos probablemente acabarán teniendo usos de esa naturaleza.
Se han realizado ya experimentos que han permitido que personas ciegas puedan volver a ver parcialmente
Si se garantizan ciertas medidas de seguridad y esta tecnología vence tabús podríamos ver implantes con finalidades lúdicas o artísticas. En 2017 un cineasta que había perdido un ojo se implantó una cámara en la cuenca del ojo que le faltaba. Esta cámara era capaz de registrar imágenes desde el mismo punto de vista que el ojo sano. La cámara por cierto cuenta con conectividad inalámbrica. Algo así hoy nos parece bastante excéntrico, pero quién sabe si en el futuro lo que hoy nos parece exótico se convierte en algo normal.
En cualquier caso otro efecto adverso del Internet de los cuerpos podría ser crear una brecha social. Al igual que hoy sucede con la medicina, los más pudientes podrían acceder a tecnologías que mejoren sus enfermedades o sus sentidos. Mientras que las personas con menos recursos económicos podrían tener que conformarse con lo que les ha otorgado la naturaleza.
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