sábado, 17 de marzo de 2018

Innovación Los centros tecnológicos, en lucha por el I+D+i patrio

Paneles solares en el Port Forum Barcelona
Por
Esther Molina

Drones para reducir los riesgos laborales, tejidos resistentes al fuego, el cerebro energético de todo un hospital o sistemas de microencapsulación del antibiótico, son algunos proyectos que tienen entre manos los centros de investigación de nuestro país


Son 3.600 personas trabajando para que sus innovaciones las aprovechen íntegramente unas 18.000 empresas españolas y puedan mejorar su competitividad. Eso es, al menos, lo que sostiene la Federación Española de Centros Tecnológicos(FEDIT).

Se orientan tradicionalmente al sector industrial e impulsan nuevos productos o servicios, maquinaria, procesos de fabricación, formación o servicios tecnológicos repetitivos de las empresas españolas, en la mayoría de los casos, las pymes. Su aportación llega a suponer el 30,6% del crecimiento del empleo y el 28,95% del crecimiento de su productividad, según el último Informe Anual 2016 del FEDIT.

Avance, pero no lo bastante


El ránking Regional Innovation Scoreboard 2017, publicado por la Comisión Europea muestra que Europa está acercando posiciones con respecto a Estados Unidos y Canadá, aunque aún lejos del crecimiento en otros países como Corea del Sur, China o Japón. En el mismo informe, la Unión Europea contempla una previsión de crecimiento del 2% anual para este 2018 y 2019, en materia de innovación, en el conglomerado del sistema económico.

Teniendo en cuenta que sus beneficios se reinvierten en su propia actividad para poder seguir ofreciendo servicios de I+D+i estratégicos de los que puedan beneficiarse las empresas con las que trabajan a largo plazo y por tanto, la competitividad de nuestra economía, su primer objetivo es la sostenibilidad económica del proyecto.

El director ejecutivo de FEDIT, Aureo Díaz-Carrasco, traza las líneas básicas de actuación: "Mejora efectiva de la competitividad empresarial, la colaboración tecnológica, el desarrollo de líneas estratégicas de investigación, el fomento de la inversión privada en I+D+i y la formación del personal de las empresas, así como la cooperación con universidades, organismos públicos de investigación y otros centros".

´Boom´ de los centros tecnológicos para posicionar la industria en los mercados con mayor potencialidad

Los primeros centros tecnológicos de nuestro país nacieron en los años 60, pero no fue hasta finales de los 70 y a lo largo de toda la década de los 80, cuando se produjo su eclosión como soluciones a necesidades tecnológicas e industriales concretas formuladas de manera colectiva por el tejido empresarial y no satisfechas mediante los recursos existentes.

En la mayoría de casos, los proyectos obtienen rápidamente la complicidad institucional, principalmente de los gobiernos autonómicos. “Más allá de las diferentes corrientes políticas predominantes, en algunas comunidades se ha entendido que los centros tecnológicos eran un instrumento eficiente de política tecnológica y, por ello, los han apoyado de manera consistente”, explica el director ejecutivo de FEDIT.

La reducción de los costes durante los últimos diez años ha hecho escalar posiciones a nuestro país en materia de innovación, aunque las cargas burocráticas, fiscales y formativas continúan siendo uno de los principales muros de contención. España cuenta con una buena cantera innovadora, pero la falta de inversión a largo plazo que apueste por la investigación, la ciencia y la innovación tecnológica no la sitúan entre las primeras posiciones europeas. Resulta interesante, a su vez, comprobar que existe un fuerte vínculo entre la competitividad y el rendimiento innovador a nivel regional. Desgranando la innovación made in Spain, el País Vasco se consolida como uno de los referentes nacionales, por delante de Galicia, Cantabria, Andalucía, Madrid, Castilla y León o Asturias, entre otros.

El director gerente del Centro Tecnológico del Calzado de La Rioja (CTCR), Javier Oñate Domínguez,apunta que la Industria 4.0 es el nuevo paradigma manufacturero alrededor del cual se están concentrando los esfuerzos referidos a innovación tecnológica. “Involucra las tecnologías productivas y que comprende la robótica avanzada, la realidad aumentada, la fabricación 3D, además del cloud computingy el big data”. En definitiva, lo que es tendencia hoy, dejará de serlo mañana para dar paso a nuevos fenómenos denominados “disruptivos”.

Innovación orientada a negocio, investigadores ejecutivos



España cuenta con una buena cantera innovadora, pero la falta de inversión a largo plazo que apueste por la investigación, la ciencia y la innovación tecnológica no la sitúan entre las primeras posiciones europeas.

El director del área de Tecnología del Instituto Tecnológico de Galicia (ITG), Santiago Rodríguez Charlon, apunta por su parte que las empresas demandan científicos e ingenieros que tengan aptitudes en los negocios, porque “hoy en día resulta más complicado de captar en el mundo universitario al no encontrarse este todo lo cercano que debiera a las necesidades de las mismas empresas.” Uno de los casos de éxito del ITG es el desarrollo del cerebro energético de un hospital, sintetizado en un software que gestiona todo lo referente con el control de la energía, presente y futura, del mismo.

Un área de trabajo que difiere de la actividad desarrollada en el Instituto Tecnológico Textil (AITEX), cuyo técnico, Carlos Pascual, explica que también abarcan investigación en el sector salud y biotecnológica, como un laboratorio de reacción al fuego: “pruebas sobre textil aplicando fuego y de laboratorio químico, donde se hace control de las sustancias nocivas que pueden encontrarse en los tejidos”.

La colaboración entre los Centros Tecnológicos, uno de los principales retos

Dado el tamaño (pequeño) de los proyectos de I+D+I en España, una empresa suele contratar a un solo Centro Tecnológico para llevarlo a cabo, por lo que rara vez se suele dar una colaboración entre varios para un desarrollo conjunto. Existen programas públicos que fomentan la cooperación entre Centros y se dan, fundamentalmente, en Europa (Horizonte 2020), porque los programas regionales no fomentan la cooperación entre Centros de diferentes regiones (y los Centros de una misma región suelen dedicarse a sectores tecnológicos diferentes y hay pocas oportunidades de cooperación), además las oportunidades a nivel nacional son casi inexistentes (con la excepción de algunos programas gestionados por CDTI, como CIEN o INTERCONNECTA).

Las dificultades vienen dadas por la falta de instrumentos para fomentar esta cooperación. “Estamos firmemente convencidos de que cada agente de I+D+I tiene un espacio propio en el sistema, por lo que la cooperación rara vez se traduce en competencia, y cuando se llega a eso es porque alguno de los agentes ha entendido mal cuáles son sus capacidades y a qué debe dedicarse”, apunta Aureo Díaz-Carrasco. Director Ejecutivo de FEDIT. La cooperación va mucho más allá que el proveer talento al sector privado, el denominador común es alcanzar acuerdos donde todas las partes vean el beneficio que les aporta, que por otra parte es la mejor manera de impulsarla. Por tanto, incide Díaz-Carrasco “la inversión en I+D+I debería ser contracíclica. En épocas de descenso del Producto Interior Bruto (PIB), la mejor forma de garantizar una salida rápida de la crisis es apostando por la I+D, especialmente la que surge desde la iniciativa empresarial.”

La consecución de los objetivos marcados por los Centros Tecnológicos españoles arroja resultados que impactan directamente en la mejora de los indicadores económicos a nivel nacional. Los Centros Tecnológicos desarrollan proyectos para la práctica totalidad de los sectores industriales, con todas las tecnologías, por lo que no pueden ser considerados organismos interfaz, sino agentes eficientes en investigación aplicada y transferencia de resultados de la misma hacia las empresas.

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