Los relojes blandos, Alicia en el País de las Maravillas, el costado feminista del artista y siete fotografías tomadas por Enrique Sabater que lo muestran en la intimidad de su casa de Cadaqués se pueden disfrutar en el Centro Cultural Borges.
Los relojes blandos, Alicia en el País de las Maravillas, el costado feminista del artista y siete fotografías tomadas por Enrique Sabater que lo muestran en la intimidad de su casa de Cadaqués se pueden disfrutar en el Centro Cultural Borges.
Por Jessica Fabaro
Entrar a la sala del Centro Cultural Borges que alberga más de 100 obras de Salvador Dalí es como abrir múltiples ventanas a una experiencia surrealista. Como Gala, el espectador también puede detenerse a mirar la bahía de Cadaqués, refugio español del pintor; saltar la soga junto a una etérea y adulta Alicia en el País de las Maravillas, con pelo y manos transformados en flores; tomar una lupa y descubrir pequeños soldados de la época de la Guerra Civil española camuflados en un Quijote y jugar con el espacio-tiempo de sus relojes blandos.
Dalí, el genio creativo, el artista que se ubicó en quinto lugar en una lista, solo debajo de Vermeer, Rafael, Velázquez y Leonardo y por encima de Picasso, Manet y Mondrian, entre otros, el hombre que se adelantó al futuro llega a la Argentina con piezas originales.
Picasso es español, yo también. Picasso es pintor, yo también. Picasso es un genio, yo también. Picasso es comunista, yo tampoco.
El recorrido inicia con "Tarot" que es una de las series que refiere hechos más antiguos. Son 24 cartas reinventadas donde se puede ver a Gala como una emperatriz con la orbe y la flor de lis, la reinterpretación de la madonna romana en clave sexual, un guiño a Klimt, entre muchos otros signos a descubrir.
“En toda su obra, Dalí vuelve a los viejos maestros para estudiarlos, entenderlos, reinterpretarlos y traerlos al futuro en su obra”, explica el curador Ignacio Shanahan en diálogo con TN.com.ar.
Se destacan las serie "Cosmos" -donde abundan los aliegíneas pero prima la armonía - y la serie de objetos del futuro -en la que queda demostrado el genio creativo y el contacto con las mentes más lúcida de su época para anticiparse a muchas invenciones que están recién desarrollándose-. El jardín biológico, el antiparaguas con líquido atomizado, el teléfono langosta cibernético -una especie de adelanto de los smartphones- y los lentes para hologramas -una visión de futuro de lo que hoy son los Google Glass; son algunas de las pinturas que resaltan de la muestra.
La diferencia entre los surrealistas y yo es que yo soy surrealista.
Dalí desarrolló su Método Paranoico-Crítico que es llevar la mente en forma consciente al borde de la locura, provocarla, pero sin traspasarlo y crear dentro de ese límite crítico. Estas informaciones de la vida íntima y obra del artista, sus técnicas, materiales, asociaciones libres y sus decires, acompañan al público en todo el recorrido.
En el centro de la gran sala, el espectador puede dar un paseo por las dualidades de bronce. Alicia en el País de las Maravillas es una de las piezas más recomendables. Es una de las imágenes preferidas de Dalí: la eterna nena que contesta a la confusión del mundo detrás del espejo con la ingenuidad y la lógica irrefutable de los niños. Después de todos los encuentros con los habitantes del mundo surreal, vuelve a emerger a la realidad no solo ilesa sino también inmutada. La cuerda es un hilo retorcido, las manos y los cabellos se volvieron rosas, como símbolo de lo femenino. Alicia aparece también en otras partes de la exposición, encontrarla es parte el desafío curatorial.
Además, la puesta propone un juego: descubrir hasta el mínimo detalle el mundo Dalí. En un Quijote en remolinos, una lupa que permite ver a pequeños soldados de la época de le guerra civil española. En Gala mirando al mar, el Lincoln aparece solo si el visitante se aleja 10 metros de distancia: una antilupa permite divisar al expresidente de los Estados Unidos en clave cubista.
El tiempo no modifica a los maestros. Son los maestros los que modifican el tiempo.
Finalmente, La persistencia de la memoria, la escultura del reloj blando que “chorrea” sobre una rama es el ícono daliniano por excelencia. El tiempo no es rígido sino flexible. Hay algunas ideas que insisten con volver. El eterno retorno de aquello sin tiempo.
El curador invita a dejarse transformar por la experiencia de inmersión en múltiples y diversas ventanas hacia la esencia del arte, el artista, el ser, el carácter, la disciplina y la conquista de la trascendencia.
“El Surrealismo de Dalí cumplirá en breve 20 años. Una colección privada argentina de obra gráfica y rarezas dalinianas, concebida seminalmente para ser pedagógica, didáctica, abarcativa y enriquecedora tanto para el experto, el artista, el crítico, el fanático de décadas, como para los niños, los que ingresan por primera vez en un museo, para todo el espectador magnéticamente convocado por el nombre rutilante y la megalomanía globalmente asociadas en el inconsciente colectivo a la palabra Dalí”, afirma Shanahan.
"Sigo encontrando cosas diferentes en sus obras", concluye el curador, e invita a volver a las piezas, a mirarlas y vivirlas de una manera diferente.
Múltiples elementos –algunos superficiales, otros en clave de acertijo- ofrecen un viaje directo a la bahía de Cadaqués, a sus gaviotas que llegan dos veces por año y a los paisajes frente al Mediterráneo, donde la montaña y el mar se unen; también, a la mente de un genio; al pasado y al futuro. Un torbellino de símbolos cargados de belleza estética y profundo contenido. El placer de transportarse a través del arte.
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