Disney ha vuelto a triunfar en los cines este verano echando mano de la realidad aumentada. Los remakes de El rey león o Aladdin han recuperado dos películas que vimos de niños para que ahora sean nuestros hijos quienes las aprovechen. Parece que es lo mismo que han pensado Carlos Freire, arquitecto urbanista especializado en espacio público y paisaje, y Santi Ribes, informático y especialista en desarrollo de aplicaciones. Desde Urban Enjoy han desarrollado una aplicación que utiliza la realidad aumentada para que los niños y niñas de entre 3 y 12 años puedan participar en juegos físicos y colaborativos en los parques de las ciudades. La app se activa en el móvil cuando el usuario escanea un código QR ubicado en el mobiliario urbano. Esta tecnología les permite alzar el trofeo en el podio virtual o fotografiarse con al jirafa de la sabana.
La propuesta de esta startup catalana es recuperar que los espacios públicos sirvan de lugar de encuentro para que los pequeños aprendan jugando. Pero como ya no estamos en el siglo XX, y quienes corren por los jardines son “nativos digitales”, le ponen un poco de tecnología. Así los juegos tradicionales se convierten -con la varita mágica de la realidad aumentada- en smart games.
Y de esta forma el parque Ferran el Catòlic de Alcoi se ha convertido en el mayor centro interactivo al aire libre de esta localidad alicantina. Ha sido el primer municipio en el que han desplegado su proyecto de la mano de Breinco, empresa dedicada al diseño urbanístico y paisajístico. Breinco pone el diseño, la tecnología de impresión de los dibujos en las baldosas sobre los que jugarán los pequeños. Urban Enjoy pone la idea y la tecnología. “
Utilizamos dibujos sencillos, bastantes abstractos, que permitan emplearlos para diferentes juegos. Así podemos incorporar novedades sin tener que cambiar el pavimento”, comenta Santi Ribes “ya sabemos que los niños son unos quemajuegos que necesitan cambiar cada poco tiempo de actividad”. La aplicación también permite incorporar nuevos juegos.
Rayuela, la isla del tesoro, las carreras… Juegos tradicionales, cooperativos, que buscan que los niños y niñas se relacionen en un espacio común y tecnológico. “Buscamos socializar la tecnología en los espacios públicos de una forma sana y divertida” dice Carlos Freire. “Pero no se trata de jugar con los móviles, sino que la tecnología nos abra nuevas posibilidades” insiste Santi Ribes. “Lo que proponemos son lugares educativos para compartir desde la imaginación y la innovación”
Jugar para aprender
La idea surgió en 2017 precisamente en un parque, jugando con sus hijos. “La nueva realidad tecnológica ha cambiado no sólo las ciudades, sino la forma que tenemos de relacionarnos”, señala Carlos. “Nos dimos cuenta de que con la tecnología podíamos conseguir juegos complementarios a los ya existentes”. De alguna manera sus hijos han sido co-autores de esta idea de negocio. “El móvil es la excusa para empezar a jugar” dice Santi “añade a los juegos tradicionales el atractivo de la realidad aumentada. Pero queremos sacar a los niños de los monitores y llevarlos a los jardines”. De esta manera quieren romper con la idea de que la tecnología siempre es introspectiva, que siempre nos hace agachar la cabeza.
“El niño aprende a vivir jugando”. Es el mantra que siempre repite Joaquin Serrabona Mas, doctor en Psicología y Profesor en la Universidad Ramón Llull, con quien trabajaron para testar los primeros juegos. “Hicimos un montón de pruebas previas, juegos más complejos, juegos más sencillos… Buscábamos los más colaborativos. Y lo que hemos conseguido al final es que los niños aprendan también de tecnología jugando con la tecnología”.
Su propuesta sólo necesita dos cosas: un espacio abierto y chavales que quieran jugar. Ellos se ocupan de poner la magia tecnológica.
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