@amarnamiller (Twitter)
Amarna Miller, una superestrella.
Todo es porno y el porno lo es todo. Ya lo explicó uno de los jueces sureños que quiso prohibir Hustler, la revista de Larry Flint: "Sé lo que es esa maldita basura cuando la tengo delante". Él lo sabía, tú lo sabes, yo lo sé, pero será imposible que lleguemos a un acuerdo más allá del código penal. La pornografía, como explicaron los filósofos franceses de los 60, está en el ojo de quien mira. Confieso que puedo mantener la calma sin problemas ante la mejor Silvia Saint, pero soy incapaz de no cruzar las piernas viendo aAnne Sophie-Mutter.
Amarna Miller también hace que me muerda en interior de la boca, concretamente al lado de la comisura de los labios. No tanto por su aspecto de haber dejado de ser una nínfula lujuriosa hace media hora, ni siquiera por la mirada en los contrapicados escuela Berth Milton, sino por su inteligencia y audacia, poco habituales no solo en su mundo, el cine para adultos, sino en el mundo adulto en general.
Es probable que te estés encontrado a Amarna Miller en todos los sitios. En octubre del año pasado recibió el premio Ninfa a la mejor actriz española y también fue portada de Interviú. Hasta ahí, todo lógico. Una entrevista de Kiko Amat en Jot Down descubrió una persona más inquieta de lo esperado y, desde entonces, no ha perdido ocasión de explicarte el mundo; por ejemplo, en Carne Cruda o en Radio 3. Este mes de junio también ha presentado un libro de poesía y fotografía prologado por Nacho Vigalondo y epilogado por Luna Miguel.
Miller, que adoptó su apellido por Herry, es licenciada en Bellas Artes y comenzó a través de su propia productora, una historia muy alejada de los tópicos sórdidos del cine erótico. “Siempre he sido una persona muy exhibicionista, con la libido muy alta e interesada en explorar las fronteras de mi sexualidad. Cuando cumplí los dieciocho años me planteé qué tal la industria del porno, como hobby o para ver qué me ofrecía”, explicaba a JD. De ahí, a abbywinters, una productora especializada en jóvenes de aspecto ‘natural’, no operadas y no deforestadas. Y después, a la industria, donde comenzó a explicarnos el mundo.
En Budapest, un polígono industrial X, se encontró un modelo laboral que se está extendiendo por Occidente de una manera tan sutil como perversa. No son ni siquiera minijobs, ni macjobs, son jizzjobs (si te parece heavy: spitjobs), donde todo el poder está de un lado y la otra parte solo tiene capacidad de negarse en el último momento. Lo explicó muy bien en una de sus colaboraciones en El Periódico (sí, también escribe en los medios tradicionales).
“Las productoras se niegan a contratarte si no tienes un mánager que lleve tu imagen” y “el flujo de modelos es controlado de forma prácticamente dictatorial por dos únicas agencias”. Si cambiamos agencia por ETT, uf. “Las actrices se hacinan en apartamentos controlados por el agente de turno en los que cada una paga de 15 a 20 euros diarios por tener una cama y sitio donde dejar su maleta mientras ruedan durante el día. Aparte, hay que pagar un 15% de las ganancias de tus rodajes”. Se parece a Invernalia, el mundo invernadero de Almería; pero, con una mano de pintura, podría pasar por la vida de un emprendedor: “Hasta el último momento, no sabes qué tipo de escena tienes ni para qué compañía”.
Subasta de fuerza de trabajo a la baja, compitiendo con otros candidatos. Solo un encargo. Nada más. Sin contrato, ni salario, ni cotizaciones sociales. Es el sistema de Uber y en el que está pensando Amazon. Es la versión digital de la entrada del puerto donde se colocaban los estibadores; si te contrataban para descargar un barco, había jornal. Beatriz Preciado lo anunció en 'Testo Yonqui' y 'Pornotopia'.
“Los abusos existen”. No es la primera que lo ha dicho, pero sí es una de las pocas que ha propuesto una redención espiritual, sino más estado: “convenios y leyes que regulen el trabajo sexual y protegiesen a los actores y las actrices”. Incluso, propuso “un grupo de apoyo”. Cielos, un sindicato.
Pero Amarna también ha explicado hacia dónde va el sistema económico mundial. Una empresa, MindGeek, comparte la posesión de productoras (Bang Bros, Brazzers, Twistys, etc.) y tubes (Xvideos, Youporn, Pornotube). La misma empresa produce y distribuye (en alta-pago y baja calidad-gratis), un dumping empresarial que limita el terreno que puede ocupar la competencia al obligarla a ‘pasar por el aro’ de sus tubes y estrangula el crecimiento de cualquier francotirador independiente.
Es una estrategia que han copiado las operadoras de telecomunicaciones, que también quieren controlar los contenidos y han comprado televisiones o se han fusionado con ellas. Y la concentración es un futuro más que previsible ya que la Comisión Europea está promoviendo un mercado tecnológico común para competir con las empresas de Estados Unidos. Allí, seis compañías (General Electric, Disney, News, Viacom, Time Warner y CBS) controlan hasta el 90% de los contenidos que se consumen en Estados Unidos.
Hay que estar siempre atentos a lo que hace el porno porque, por sus circunstancias (producción y consumo inmediatos o situación de alegalidad) hace que sea un sector mucho más flexible a los cambios.
Es también el early adopter tecnológico de todas las industrias. Poca broma. Como dice la Ley de Kerensky “todo invento acaba sufriendo las modificaciones necesarias para ver tías desnudas”. O, como resume la Ley 34: “si existe, hay porno sobre ello”. Ya hay cine erótico grabado con Google Glass y en realidad virtual; también, juguetes conectados al contenido. Amarna Miller ha grabado para Virtual Real Porn escenas estereoscópicas. Lo que pase al mainstream, el sistema en el que veas 'Fast & Furious XXII', será lo que haya triunfado en el porno.
Armana Miller sólo es pornográfica públicamente: “soy un personaje público y he elegido exponerme, pero exponer a mi novio, mi familia o mis padres me parecería mal”. Un pudor extraño porque todo lo que hacemos es público (y puede ser utilizado en contra de nosotros). Vivimos en un mundo pornográfico. Buena parte de los contenidos que recibes a lo largo del día se basan en la exhibición de la privacidad, lo que antes estaba oculto: vida familiar, veraneo, pies, comidas, celebraciones, pies, juegos de niños, entrenamientos y pies. Los pies, puro porno.
La pornografía social está alcanzando, por ejemplo, a la literatura después de pasar por el cómic. Proliferan las obras sin ficción, con el yo a pelo, pornográfico, relatando experiencias traumáticas y banales sin la distancia, y la digestión, que proporciona convertir la experiencia en ficción narrativa. Reducirlo al morbo es muy simple. Quizá esas palabras, yo y verdad, están dejando de ser lo que eran. Pero esto es una historia que deberá ser contada en otra ocasión.
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