En los últimos años, con el auge de los dispositivos móviles y la web 2.0, comenzó a utilizarse el término Realidad Aumentada (RA) para referirse a las tecnologías que permiten incorporar al mundo real elementos del mundo virtual (ya sean etiquetas, videos, mapas, información adicional a la disponible, a simple vista) que enriquecen, por lo tanto, la percepción humana. A diferencia de la realidad virtual, que crea un mundo nuevo que está aislado del real, la RA implica una interacción entre la información física y la tecnología.
Algo de historia
El término Realidad Aumentada fue utilizado por primera vez por Tom Claudel, un investigador de la compañía Boeing, de quien se dice que acuñó el término a comienzos de la década del 90. Por ese entonces, para reparar y montar aviones de la compañía los operarios empleaban un visor montado sobre su cabeza que permitía visualizar textos y diagramas relativos a la parte del avión que se estaba reparando.
En un comienzo, los sensores que se utilizaban eran magnéticos, ópticos o acústicos y muy costosos. También se hacía necesario que existieran determinados marcadores que el software pudiera interpretar para así brindar una respuesta. Hoy día, cada vez más aplicaciones trabajan sin marcadores, basadas en reconocimiento de imágenes y otra información contextual.
Cómo funciona
En la actualidad, los dispositivos que nos permiten acceder a la Realidad Aumentada son económicos y están al alcance de todos. Se trata de los teléfonos inteligentes o smartphones, los cuales -gracias a diversas aplicaciones- nos permiten acceder a las diferentes capas de información no disponibles mediante nuestros cinco sentidos. Por ejemplo, al llegar a un restaurante podemos saber, con solo enfocar el lugar con una pantalla, si alguno de nuestros contactos de determinada red social está allí, cuáles son las bebidas que se sirven, qué recomendaciones de la barra han hecho usuarios anteriores y si alguien del lugar sería potencialmente compatible con nosotros como pareja.
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