lunes, 8 de abril de 2013

La realidad aumentada y el yo cuantificado


Google Glass, dispositivo de realidad aumentada que se ha comenzado a producir. (cc) Antonia Zugaldia

Todavía no termina el auge de los teléfonos inteligentes y las tabletas táctiles y ya ha comenzado la producción de dispositivos que tendrán una mayor repercusión en las sociedades humanas durante la próxima década.

Google Glass, el proyecto de esa empresa para desarrollar gafas inteligentes de realidad aumentada, entró a un nuevo periodo de prueba a finales de marzo y este mes se comenzarán a distribuir los primeros aparatos a 8 mil personas. Se espera que Google Glass, que brinda acceso al internet mediante órdenes de voz y trasmite video en vivo desde el punto de vista del usuario, salga a la venta durante 2014. Paralelo a esto, desde el año pasado, se empezaron a producir relojes inteligentes que no sólo ofrecen conexión a internet sino el registro de todo tipo de información diaria del usuario (como su actividad física a lo largo de todo el día o la calidad del aire que respira).

Otro viejo conocido de la tecnología futurista que ha sido rediseñado por completo y pronto estará al alcance del consumidor promedio es la realidad virtual. Ya desde hace varias décadas se han tratado de introducir cascos y otros accesorios para que el usuario experimente otro lugar, pero siempre chocaron con obstáculos insuperables: altalatencia, baja definición, demasiado costo y el peso de los componentes. A pesar de que algunos aparatos de realidad virtual se usan con éxito desde hace años, sobre todo en entrenamientos militares, su precio los ha mantenido fuera del mercado masivo. Pero eso cambiará este año. Esta misma semana comenzaron los envíos de los primeros 10 mil kits del Oculus VR, proyecto de realidad virtual financiado por miles de individuos que no forman parte de la industria.

Todos esos accesorios serían simples juguetes tecnológicos (gadgets) si no fuera por su alcance y su integración natural con otras facetas de la experiencia humana. Más allá del simple entretenimiento, sus usos han tenido una diversificación tentacular hacia diferentes campos como la rehabilitación física y la educación. El yo cuantificado es un movimiento global que se ha extendido en los últimos cinco años, emplea nuevas tecnologías para la adquisición de datos en diferentes aspectos de la vida diaria de una persona. Las computadoras que se ponen son una de sus principales herramientas, registran información de manera diaria y ayudan a organizarla para que la persona la visualice y pueda descubrir correspondencias y patrones, en un proceso que se ha llamado auto-analítica o auto-seguimiento. Así, por ejemplo, alguien puede mantener archivos de los niveles de luz a los que se expone día con día, la comida que come, sus estados de ánimo, sus niveles de desempeño y los niveles de oxígeno en su sangre. Diferentes sensores almacenan diferente información y es el usuario quien la interpreta, a fin de corregir efectos indeseables: enfermedades, tiempo perdido, ciclos de mal estado de ánimo, etc. Todo se puede describir en forma de estadística y es una manera de conocerse a sí mismo.

Steve Mann es considerado el pionero de las computadoras que se ponen. Desde 1981 ha ido refinando sus tecnologías, desarrolladas por él mismo. Aquí se aprecia la evolución de su dispositivo

La realidad aumentada también depende de dispositivos que se ponen: auriculares, lentes, sistemas de GPS y pantallas ópticas transparentes y de mezcla de imágenes. Más que realidad virtual, es una realidad mixta: la ampliación de la realidad física a través de la tecnología, la combinación de la experiencia normal con objetos digitales, en tiempo real. Aunque los dispositivos que permiten la realidad aumentada son relativamente recientes, ya tienen un sinnúmero de aplicaciones, desde la educación interactiva y cirugía menos invasiva hasta la reconstrucción de sitios arqueológicos. Algunas de sus aplicaciones futuras son, por supuesto, todavía difíciles de imaginar.

Hay quienes objetan las recientes creaciones y tendencias de la tecnología, y predicen una grave crisis de adicción a la tecnología al nivel de otros de los grandes problemas del mundo, como el colapso de la economía global, la crisis del agua, la extinción masiva de especies y el cambio climático. En nuestra opinión, se trata de un cambio inevitable que tendrá consecuencias éticas y sociales y redefinirá términos como la privacidad, pero no es un problema comparable a los que aquejan a los países en vías de desarrollo. Imaginemos esa enorme brecha que ya existe pero que crecerá más: la diferencia entre los países incomodados por la adicción a la tecnología y los países que sufren epidemias de malaria porque las nuevas cepas ya han desarrollado una resistencia casi completa a la mayoría de los tratamientos.
Autor: IIEH

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