Navegando por la Web me encontré, en el blogMicrosiervos con algo absolutamente genial y que, como buena parte de las cosas que suceden en Japón, es a la vez sencillo, un poquito nerd y muy de avanzada. Se trata de un edificio con realidad aumentada, pero usando una tecnología muy pero muy difundida, los códigos bidimensionales, y cambiándole por completo el aspecto al edificio. ¿Qué es eso?
Resulta que desde 1994 existe en Japón algo llamado código QR, o código bidimensional, un nombre que se le dio para diferenciarlo del código de barras convencional (que el año pasado cumplió ¡35 años!). En vez de ser una serie de números representados por líneas negras de diferente grosor y espaciado, permite ingresar un texto completo (admite más de 4000 caracteres, más o menos todo el texto de este post) en un cuadrado de puntos blancos y negros. Por ejemplo, lo que ven a la izquierda es la dirección Web de este blog codificada como QR.
Resulta que desde 1994 existe en Japón algo llamado código QR, o código bidimensional, un nombre que se le dio para diferenciarlo del código de barras convencional (que el año pasado cumplió ¡35 años!). En vez de ser una serie de números representados por líneas negras de diferente grosor y espaciado, permite ingresar un texto completo (admite más de 4000 caracteres, más o menos todo el texto de este post) en un cuadrado de puntos blancos y negros. Por ejemplo, lo que ven a la izquierda es la dirección Web de este blog codificada como QR.
Pero ahí no se acaba el asunto, por supuesto.
Aunque son los más difundidos, no son los únicos: hay otro similar que se llama Datamatrix, Movistar propulsó en España uno denominado Bidi (también conocido como EZcode), y Microsoft desarrolló uno propio (el Tag, que tiene la variante simpática de que usa colores).
En Japón se los usa, por ejemplo, en las tarjetas personales: al lado del texto tradicional está el código con esa información digitalizada. Usando el móvil, su cámara escanea los datos, y listo, quedan ingresados en la agenda del teléfono. En España están tratando de difundirlo. Acá en la Argentina se usaron para promociones (venta de música, de entradas de cine) y cosas por el estilo. [Actualización: Por supuesto, en el blog Vivir en Japón había más y mejores ejemplos].
Lo bueno del código QR es que se puede aplicar en cualquier lado: por ejemplo, para imprimir una promoción en una revista. Cualquier lector con el software adecuado (hay montones) puede usarlo para obtener, por ejemplo, una dirección Web que lo lleva, desde el teléfono, a una página específica sobre esa promoción. En Corea, Samsung fabrica microondas con lectores de este tipo; la idea es que las empresas que venden comidas para cocinar incluyan el código en el paquete, y que ahí estén las instrucciones de cocción (tantos minutos a tanta potencia, etc.). Otra: cuando Google presentó su móvil Nexus One, hizo una versión limitada para sus empleados que tiene un código QR en la carcasa (vean la videoreseña que hizo Ariel Torres al respecto, el código se ve enseguida).
Muy lindo todo esto, pero hay más: el edificio N, en Tokio, en donde la gente del estudio de arquitectura Teradesign armó un código QR para todo el edificio… y lo plantó en la fachada. Vean:
En Japón se los usa, por ejemplo, en las tarjetas personales: al lado del texto tradicional está el código con esa información digitalizada. Usando el móvil, su cámara escanea los datos, y listo, quedan ingresados en la agenda del teléfono. En España están tratando de difundirlo. Acá en la Argentina se usaron para promociones (venta de música, de entradas de cine) y cosas por el estilo. [Actualización: Por supuesto, en el blog Vivir en Japón había más y mejores ejemplos].
Lo bueno del código QR es que se puede aplicar en cualquier lado: por ejemplo, para imprimir una promoción en una revista. Cualquier lector con el software adecuado (hay montones) puede usarlo para obtener, por ejemplo, una dirección Web que lo lleva, desde el teléfono, a una página específica sobre esa promoción. En Corea, Samsung fabrica microondas con lectores de este tipo; la idea es que las empresas que venden comidas para cocinar incluyan el código en el paquete, y que ahí estén las instrucciones de cocción (tantos minutos a tanta potencia, etc.). Otra: cuando Google presentó su móvil Nexus One, hizo una versión limitada para sus empleados que tiene un código QR en la carcasa (vean la videoreseña que hizo Ariel Torres al respecto, el código se ve enseguida).
Muy lindo todo esto, pero hay más: el edificio N, en Tokio, en donde la gente del estudio de arquitectura Teradesign armó un código QR para todo el edificio… y lo plantó en la fachada. Vean:
Aunque originalmente el código llevaba al sitio Web del edificio (sí, un edifico con sitio Web…) están pensando en llevarlo más allá, mostrando cómo los últimos tweets de sus inquilinos salen de la ventana correspondiente, ver información de los negocios que
tiene dentro, y cosas semejantes. Podrían haberlo hecho un poco más sutil (poniendo el código en el hall de entrada, o algo así), pero lo que sí ofrece es un respiro frente a los carteles de publicidad tradicional.
Lo interesante de esto es que ofrece un puente interesante entre algo relativamente común y estándar (el código QR) y algo que está muy en boga en este momento, la idea de la realidad aumentada, en la que se usa un dispositivo (típicamente, un celular) que aprovecha su cámara, su GPS y su conexión a Internet para mostrar información contextual (apuntarlo a un estatua, el software la reconoce y nos ofrece su entrada en la Wikipedia, comentarios de otra gente que la vio, información sobre su creador, etcétera).
La gracia de lo que hicieron los de Teradesign es que, además de ser muy lindo, es totalmente agnóstico, porque el QR es un estándar. Hoy las aplicaciones de realidad aumentada están, en general, apelando a información propia; si no tenés la aplicación adecuada, no podés acceder a ella.
Lo mejor de todo es que tener un código QR es muy fácil: el de este blog lo armé acá (sólo para URL). Hay software para todas las plataformas, y no es necesario tener un super teléfono para acceder a ellos. Las aplicaciones gratis más populares son i-nigma, UpCode, NeoReader yBeeTag. En esta página hay un listado de software por marca de móvil.
¿Qué opinan? ¿Se harían una tarjeta de negocios con un código QR? ¿Propondrían pintar el edificio con QR en la próxima reunión de consorcio?

Lo interesante de esto es que ofrece un puente interesante entre algo relativamente común y estándar (el código QR) y algo que está muy en boga en este momento, la idea de la realidad aumentada, en la que se usa un dispositivo (típicamente, un celular) que aprovecha su cámara, su GPS y su conexión a Internet para mostrar información contextual (apuntarlo a un estatua, el software la reconoce y nos ofrece su entrada en la Wikipedia, comentarios de otra gente que la vio, información sobre su creador, etcétera).
La gracia de lo que hicieron los de Teradesign es que, además de ser muy lindo, es totalmente agnóstico, porque el QR es un estándar. Hoy las aplicaciones de realidad aumentada están, en general, apelando a información propia; si no tenés la aplicación adecuada, no podés acceder a ella.
Lo mejor de todo es que tener un código QR es muy fácil: el de este blog lo armé acá (sólo para URL). Hay software para todas las plataformas, y no es necesario tener un super teléfono para acceder a ellos. Las aplicaciones gratis más populares son i-nigma, UpCode, NeoReader yBeeTag. En esta página hay un listado de software por marca de móvil.
¿Qué opinan? ¿Se harían una tarjeta de negocios con un código QR? ¿Propondrían pintar el edificio con QR en la próxima reunión de consorcio?
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